Este jueves, relato: La ventana de la vida.
A las 6 de la mañana, cada día,
el campo abre sus puertas y los hombres y mujeres de la casa , fieles a sus
tareas de temporada reparten los quehaceres al abrigo del amanecer. La demanda del valle es amplia y
también su oferta.
Adela es la primera en levantarse.
Es la capitana de un ejército ovino, rebaño taciturno y disciplinado como
pocos. Pasa revista desde la ventana que da al prado. Las ovejas y carneros en
numero de 110 en total, son el futuro de la familia; su piel, lana, carne y
leche pagarán los estudios de los pequeños y la tranquilidad de los mayores.
Desayuna sola. Mira de nuevo a
través de esa pantalla multicolor llena de animalitos de dibujos animados. Prepara
la leña y calienta los fogones. El aceite de la sartén chisporrotea al tiempo
que distribuye en el banco los enseres del desayuno, los huevos, el pan
tostado, la mermelada y la leche fresca de hace unos minutos.
Abre la puerta de la cocina que
da al valle y en silencio, consigue movilizar 110 soldados de pezuñas desnudas
y abrigo de lana, e inicia la lenta cabalgata de cascabeles, que le devolverá, al
anochecer, más iluminada que nunca.
Ahora son sus hijos los que, con
el tazón de leche delante, sintonizan ese canal donde Adela en la lejanía les
devuelve la mirada.
Una bonita estampa que conocí en mi estancia en un pueblito montañés donde trbajaba de maestra.
ResponderEliminarEra an gozada respirar aquel ambiente todavia no contaminado por las teles ni por nada,diria.
Un abrazo.
El amor al campo es lo que esa mujer dejaba a sus hijos ,con ese desayuno que les evocaría a esas queridas ovejas, que gracias a ellas tendrían todo lo que necesitaran.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bonita forma de contar una vida dura, el final precioso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que belleza la que se esconde tras esa ventana... oigo las esquilas, huelo el polvo que levanta el rebaño, siento como atraviesa la ventana la mirada de Adela...
ResponderEliminarUn beso
Precioso y bucólico relato. ¡Cómo me ha gustado....!
ResponderEliminarMe ha encantado la escena, el lugar... Me trae recuerdos de cuando siendo niña acompañaba a una amiga pastora en el verano.
ResponderEliminarPrecioso.
Muchos besos
Has recreado un bonito escenario aunque la realidad supongo que es muy dura, sobre todo para la mujer, que además de hacer su trabajo se preocupa de dejar hecho el desayuno para su familia. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn beso
Me encantó! Una ventana donde se ve el futuro de sus hijos, el trabajo que dará frutos y la vida misma.
ResponderEliminarLuego los hijos observando el sacrificio de su madre, que a lo lejos les devuelve la sonrisa.
Un abrazo enorme.
Una historia ricamente contada, que nos transporta a una vida cotidiana y plena de dedicación. Despide un dejo de melancolía y de enseñanzas prodigadas por una madre que, aún en la ausencia, canta presencia. Un bello aporte Alfredo.
ResponderEliminarGracias por sumarte a la propuesta.
Besos!
Gaby*
Qué relato tan bien narrado. Duras vidas que algunos solo podemos imaginar.
ResponderEliminarUn beso.
Que bueno Alfredo!!! Tus relatos siempre tienen algo de naturalidad, de sencillez por los detalles de la vida que hace que se puedan disfrutar. Este me ha gustado mucho porque respira la misma paz que ahora siente Adela, sabedora de que un ciclo, el suyo, se ha cumplido y, a través de esa ventana, puede contemplar los de una nueva generación.
ResponderEliminarUn abrazo
Una ventana hacia el futuro, nada menos!!!
ResponderEliminar=)
Tras esa ventana hubo mucha dedicación, amor y esfuerzo, para que la visión de sus hijos en el futuro fuera también de entrega y reconocimiento.
ResponderEliminarUn beso!
Siempre he fantaseado con una vida en el campo, alejada del mundanal ruido de esta ciduad. Sé que es una vida muy dura; muchísimo. Pero, claro es una fantasía y en ella sólo lo bueno veo. Me gustó el juego de puntos de mira, ventana-pantalla por medio. ¿Y ese "iluminada", más iluminada que nunca a su regreso a casa...? Por eso mi fantasía :) Me gustó tu relato, me gusta leerte. Siempre que lo hago me acuerdo de lo que me pediste de Mari i Pol. Luego se meolvida. Lo siento, amigo. Un abrazo Alfredo
ResponderEliminarA ver, confiésalo, tú has sido pastor en otra vida, ¿o has sigo oveja?, jejeje, no te imagino ni de una cosa ni de otra, porque eso de estar con las ovejitas, cuando tú lo describes se ve tan idílico y relajado que dan hasta ganas, pero piénsalo bien, eso debe ser muy aburrido, aunque a veces, lo que yo daría por ser pastora y perderme por los montes… miles de besossssssssssssssss
ResponderEliminarNos trasladas a la campiña. A su amanecer por despuntar Y nos relatas una imagen que seguramente es real...y he podido imaginar a través de tus letras..
ResponderEliminarBesos!!
Nos trasladas a la campiña. A su amanecer por despuntar Y nos relatas una imagen que seguramente es real...y he podido imaginar a través de tus letras..
ResponderEliminarBesos!!