Cuentan que fue en la Piazza
Santa Croce donde 27 hombres vestidos de verde, blanco, azul y rojo, coincidían
representando los cuatro barrios que
circundaban la histórica plaza. Corría el año 1530 y Florencia padecía el
asedio de las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico. La ciudad rodeada
durante 10 meses terminó perdiendo la República florentina. Durante ese asedio,
y como burla a los atacantes se celebró en la citada plaza el partido de
“calcio” más famoso de la historia de la Ciudad.
El ruido de los tambores reverberaba en los palacios de los
cuatro barrios próximos que teñidos de sus propios colores fundían griterío y
música, convirtiendo el Evento en un claro desafío a los asediadores.
La primera regla de ese calcio histórico es que no hay reglas. 27
calcianti por barrio y una pelota. A ésta, se le puede golpear con pies y
manos, al adversario también. Nadie se tira al suelo, ni simula una falta, hay
que permanecer en pie sea como sea.
Por unas horas los brutales contrastes de los ricos atuendos de
la clase acaudalada y refinada que preside el graderío rompe en pedazos con la
desnuda testosterona de casi sesenta jugadores que estalla en el ejercicio de
la violencia más competitiva.
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