Infidelidades alrededor de un café
Blas entró –como cada mañana- en el Bar y con un gesto concretó
su deseo. Desde el interior de la barra Elena asintió, no tenía dificultad en
memorizar por muy complicados que fuesen los gustos de sus clientes. Con precisión
prusiana, sirvió el café que acompañó con unas dulces y variadas galletitas de
trigo.
Blas alargaba el tiempo de su desayuno, haciéndolo coincidir con los escasos minutos
en los que Elena se tomaba un respiro para compartir con él su segundo café
de la mañana. El café rápido de ella y el descafeinado pausado de él celebraron estos encuentros en la barra en un diálogo fluido y amistoso.
Los sentimientos que dan paso a la pasión, se mantenían vivos
cada mañana alrededor de ese juego presidido por aromáticas y cremosas espumas.
Elena y Blas veían crecer la magia en sus corazones, y las coincidencias,
provocadas, alimentaban leves pecados de pensamiento.
Disfrutaban complacidos, que la comunicación y el deseo entre dos
personas que comparten íntimamente un café, es a veces más placentera que la
que se produce regularmente en la cama.
Una deliciosa mezcla ese expreso y esas galletitas. Sugerente y delicado texto Alfredo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato lleno de actitudes cómplicesy llenas de "buenos" pensamientos.
ResponderEliminarSensual relato con aromas a complicidad.
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