Este jueves, relato. El Sauce Llorón. (Un poco de antes y un poco de ahora)
Fuera, las raíces del Sauce buscaban el lado opuesto del
meridiano sorteando fallas y bolsas de oro negro.
Dentro, entre rejas, un soplo tímido de luz se colaba por
aquel pequeño ventanuco, iluminando una esquina del mantel de cuadros sobre el
que reposaban los manjares testigos mudos de su última cena.
El Sauce ofrecía su lado bueno, ese rico en sabia que nacía
al fresco del rocío mañanero y esperaba oscuro el sol que más calienta.
Empezó con un viejísimo amontillado Pedro Ximénez con el que
acompañó un “Salteado” agridulce de frutos secos.
A continuación le sirvieron unas delicias de morcilla de
Burgos con habitas salteadas que regó con un potente Pago de Carrovejas, viejo
conocido de los barros de Peñafiel.
Las ramas del Sauce, cómplices de la justicia, se elevaban
por encima del horizonte, dejando ver los brotes salpicados de lágrimas verdes.
La Dorada a la sal, fue su tercera elección, guarnecida con
un delicioso puré de patatas, dejándole un tímido sabor a huevos y mantequilla,
que contrastaba con el sabroso pescado. Lo maridó con un blanco frío y afrutado.
Esta sería la última copa de ese Ermita d’Espiells néctar pajizo con el que
tantas veces había pecado.
La sombra del Sauce era estirada, transversal a los surcos
dibujados por el arado que le acompañaba en momentos de soledad.
Nunca fue de postres, ni tampoco en esta ocasión, ¿que
necesidad tenía de añadir más colores a una realidad desenfocada? Así que
terminó su gran banquete con un moscatel de La Marina, goloso y amable, casi
como un bombón líquido.
Oyó las campanadas de las cuatro en la lejanía y a
continuación una quinta y sexta sobre el metal de su puerta, ¡Toc. Toc...!
-Reo 2842, el Sauce
Llorón te espera.
Me gusta tu sauce llorón.
ResponderEliminarUn beso
Hacer de la muerte una continuidad de la vida llenando el estómago para ocupar el vacío del resto de las cosas. El sauce sabrá el resto de la historia.
ResponderEliminarBesos
Me gusta cómo vas intercalando descripciones sobre el sauce con el menú que el reo va degustando antes de su anunciado final: "Reo 2842, el Sauce Llorón te espera". Un beso.
ResponderEliminarEl final es impactante y muy interesante su desarrollo hasta llegar a ese final.
ResponderEliminarMuy bien descrito esa curiosa costumbre de la ultima comida antes de la ejecución. Despacito y saboreandola
ResponderEliminarUn abrazo
El hedonista en su última hora, y el sauce llorando, venga llorar y con razón.
ResponderEliminarMe he deleitado con cada letra, una por una, uuuuummmm.
Besito bajo el sauce sin llorar, lo procuro.
El fin del reo que, por lo visto, pecaba de buen gourmet! ejjee...no le habrá caído bien los manjares, me imagino
ResponderEliminar=)
Que buena manipulacion de este relato. Lo que parece una comida de un sibarita, proximo a un arbol, resulta ser la ultima cena de un condenado a muerte, justamente en ese árbol. Y además despersonalizado al ser llamado por un numero.
ResponderEliminarHola Alfredo,
ResponderEliminar¡Qué buena, pero qué buena idea esa de "la última voluntad del condenado"! ¡Chapeau, maestro!
Pero lo que más aprecio luego es el "doigté" con el que vistes la cena... Me apunto en algún sitio que apunte el menú y lo tenga como referencia y como posible ensayo a "ejecutar" tal cual o con ligeras variaciones melódicas... en el segundo o en los postres...
¿He dicho melódicas? Eso me hace pensar que quizás le falta algo a esa cena. ¿No le pondrías una suave música de fondo? Eso... ¿Qué música le pondrías? Si te gusta la idea se la puedes poner. El MardeTol incluye o debería inlcuir "el retoque añadido a posteriori" que se me ocurra aportar... ¿No te parece?
Lo dicho: relato extraordinario.
Un abrazote fuerte
Sani
Una suculenta y deliciosa cena, la última... en fin, los gustos hay que dárselos en vida, así que el reo hizo caso a la consabida frase/consejo. Pienso si es posible disfrutar de cada sabor, aroma, alimento a sabiendas que en poco ato penderá de una soga.
ResponderEliminarMaravilloso como fuiste llevando el texto, adentrándonos en la descripción de cada plato para conducirnos de a poco y con un llamado casi inesperado al escalofriante final.
Beso!
Gaby*
Al menos le dieron una buenísima última cena, para endulzar lo que vendrá después. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Por lo menos pudo tener su último buen momento antes de partir.
ResponderEliminarDebe ser terrible saber lo que a uno le espera.
Un abrazo.
Pienso que es necesario haber asumido el desenlace final con una enorme serenidad, para disfrutar como el mejor de los gourmet, de una última cena con el deleite que se desprende de tu descripción. Magnífica alternancia entre la descripción del sauce y su paisaje por un lado y los últimos momentos de esa cena, toda delicatessen y de su propia vida. Genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
El reo lo tenia más que asumido de ahí ese festín, paladeo y disfruto cada trago, cada mordisco.
ResponderEliminarMe gustó esta visión del tema propuesto Alfredo.
Un abrazo.
Bueno, la última cena no estuvo nada mal... el 2842 tendría sus cosas pero buen gusto también!
ResponderEliminarUn beso!!
Que "Lindisimo" relato.
ResponderEliminarEl sauce llora y da ganas de abrazarlo, mientras el 2842 se deleita con los manjares...y pienso mejor la panza llena para la angustia.
Un abrazo.
Aquí disfrutando de la cena y pensando como encajaría con el sauce y, ale hop, ahi llegó el encaje.
ResponderEliminarMe ha gustado. Abrazos.
Un bonito árbol que extiende sus ramas con esas suculentas descripciones que se abren como hojas hacia el tronco de la historia, el cuál nos lleva a su raíz con la última frase. Genial.
ResponderEliminarUn abrazo
Una última cena para lo que vendrá... Gran serenidad de parte del protagonista lograr disfrutar de semejantes manjares, otros más cobardes no podrían probar ni un bocado. Buena digestión para nuestro ahorcado. La descripción del sauce y su labor es soberbia. Un abrazo
ResponderEliminarooooooooriginalisimo!! un espectaculo... tremendo final para la historia. No me lo esperaba en absoluto... este jueves tiene tremendos relatos! genio luis por convocar y más, todavía vos por escribir de esta forma!
ResponderEliminarUn abrazo amigo!
lo reconozco: he tenido momentos, mejor dicho, he estado poseído de lecturas jueveras pertenecientes a compañeros-as que un jueves sí y otro también me quedaban sin palabras...o lo que es lo mismo: hacían que me repitiera...ejemplos al canto: juan carlos tuvo una época de un día sí otro también...cómo no, la futura mamá, ceci, otra que tal...pero con vos hacía tiempo que no me ocurría o , al menos, no quedaba impreso en mis memorias...
ResponderEliminarasí que creo que no diré nada más...hala...
medio beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa serenidad , y la calma, con que disfruta de los buenos caldos, y manjares de la cena,el reo 2842, contrasta con la tristeza desauce al ser azotadas sus ramas por el viento.Inesperado y muy buen final.
EliminarBesos amigo.
Pero que maridaje entre esos exquisitos manjares y la disposición del sauce.
ResponderEliminarPero la que llora soy yo, pues me lo comería y bebería todo, todo y todo.
Genial Alfredo!!!
Besos arbóreos
Las comparaciones son odiosas, he intento no hacerlo, pero desde ya que me quedaría por aquí: CON ESE MENÚ (salseado con tan buenas palabras y giros).
ResponderEliminarClaro de alguna forma me haría humo a la hora de la cita final :)
besos
Le sacó todo el jugo a la vida, hasta el último minuto. Joer o "chapeau"! Para el reo y para tu relato.
ResponderEliminarSaludos!
Supongo que ese menú que degustó a placer, sería el de su última voluntad.
ResponderEliminarSiempre me ha parecido una incoherencia premiar a un condenado a muerte porque para él, el mejor premio sería seguir con vida.
Muy bueno el relato.
Bss.
Ultimas voluntades de un reo... aunque en este caso entendía y comió a cuerpo de rey... Y el Sauce mientras esperando el ocaso del próximo castigado.
ResponderEliminarOriginal, sobre todo ese día desde las diferentes perspectivas, me encantó.
Un abrazo