Este jueves, relato. El Concierto
Conocí a Lluís Llach en un concierto en La Sociedad Coral El Micalet de Valencia, eran tiempos de “Madame” y “La Gallineta”, y se acababa de editar su tercer disco “I si canto trist”.
En aquel primer concierto, descubrí un artista completo, sus textos eran frescos y valientes, expresados con unos registros líricos desgarradores, inusuales para un cantautor “Pop”. Textos que evidenciaban mensajes de fuerte compromiso social, y a la vez tiernos y poéticos sobre los que se construían las más bellas canciones de amor por las personas y por la naturaleza.
En aquel primer concierto, descubrí un artista completo, sus textos eran frescos y valientes, expresados con unos registros líricos desgarradores, inusuales para un cantautor “Pop”. Textos que evidenciaban mensajes de fuerte compromiso social, y a la vez tiernos y poéticos sobre los que se construían las más bellas canciones de amor por las personas y por la naturaleza.
Asistí hace unos años a su último concierto en el Auditorium de Castellón y fue entonces, en su despedida, cuando sentí que empezaba a contabilizar emociones que serían irrecuperables y me sentí mayor.
Entre uno y otro han habido muchos más, pero recuerdo especialmente aquella noche de verano, en el Teatro Romano de Sagunto.
Era una noche parcialmente nublada, y las estrellas se dibujaban veladamente en un cielo gris oscuro, la luna se asomaba a duras penas, intermitente por el caprichoso movimiento de las nubes. Las canciones se sucedían una tras otra, y a pesar de los incómodos asientos de piedra con la hierba crecida alrededor, el tiempo, se nos escapaba entre canción y canción.
Llach inició las primeras letras de “Abril 74” ,
Companys, si sabeu on dorm la lluna blanca,
digeu-li que la vull
però no puc anar a estimar-la,
que encara hi ha combat.
digeu-li que la vull
però no puc anar a estimar-la,
que encara hi ha combat.
Compañeros, si sabéis donde duerme la luna blanca
decidle que la quiero
pero que no puedo acercarme a amarla
porque aún hay combate.
En ese momento, las nubes se abrieron y nos descubrieron una limpia imagen de la luna, un murmullo general recorrió el desnudo anfiteatro, celebrando la feliz coincidencia, la sonrisa cómplice de Llach acabó siendo una mueca agradecida, en un gesto que se perdió hacia lo alto del firmamento. Nos quedó la sensación de haber sido testigos de un instante mágico e irrepetible.
decidle que la quiero
pero que no puedo acercarme a amarla
porque aún hay combate.
En ese momento, las nubes se abrieron y nos descubrieron una limpia imagen de la luna, un murmullo general recorrió el desnudo anfiteatro, celebrando la feliz coincidencia, la sonrisa cómplice de Llach acabó siendo una mueca agradecida, en un gesto que se perdió hacia lo alto del firmamento. Nos quedó la sensación de haber sido testigos de un instante mágico e irrepetible.
Más conciertos en el Auditorio de Vezdemarban
Un grande! un ser especial. Esa media sonrisa, esa mirada triste y larga que se pierde, en tantas cosas y que encuentra tantas otras. Una voz mágica que me hace recuperar moments irrepetibles y mágicos. Así...como los que has descripto tan bien, de esa forma poética, casi melancólica, que tenemos los que nos vamos dando cuenta de que hemos crecido.
ResponderEliminarTe estimo, amigo, ojalá pudiera saberlo decir como él y escribirlo como tú.
Un fuerte abrazo.
Lluis Llach, uno de los grandes. ¡qué bien que guardes recuerdos tan bellos de los conciertos a los que asististe! En especial ese instante que tan bien describes, el de la luna en el firmamento. A veces, con el paso del tiempo, de un acontecimiento sólo quedan grabados en nuestra retina instantes.
ResponderEliminarUn abrazo
Después de lo que ha dicho CAss y Mar, ya poco puedo añadir...
ResponderEliminarRecuerdo esa época...hablar sin decir... decir sin sin expresar...
Lo del Teatro de Mérida, me lo imagino... con ese marco y la complicidad de la luna, sabiendo además que era un adiós...Se unieron todos los elementos necesarios para una noche mágica.
...y se hizo la mágia....
Besitos
Un buen autor y cantante que siempre fue muy critico ante lo que ocurria..
ResponderEliminarNunca estuve en el teatro de Merida y a raiz de leerte pues me entro ganas de visitarlo en un concierto a la luz de la luna o las estrellas..
Primavera
Alfredo queda reflejado ese instante mágico, recuerdos imborrables. Con unos 13 años asistí a mi primer concierto, fueron unos ciclos en los que se tocaban distintos géneros. Cuando llegó la hora de ver la primera ópera quede fascinada, con los ojos cerrados sentia cada nota cantada. Instante mágico que jamás se borrará.
ResponderEliminarAsí que entiendo y comparto tu instante.
Besos.
Lluis Llach me ha sonado a una cadencia interior transmitida de manera trasparente y a una letra de sentido indescifrable.
ResponderEliminarEl catalán que yo aprendí como para cantar de memorieta en sus canciones en voz alta, se lo debo a aquel disco de vinilo de Maria del Mar Bonet que Miguel me regaló.
Cantaba quand elle dorm y otras tonadas, como si hubiera sido mi canción de cuna.
Solo así podría dormirme.
Luna, es testigo y cómplice... no siempre estamos solos.
Llach..., yo tambien había asistido a alguno de sus conciertos en el Palau, de todos guardo un recuerdo único. Tiene letras memorables, era nuestra palabra en un tiempo oscuro. Una de ellas,"si em dius adéu" acompañó la última despedida de un amigo muy querido, siempre que la oigo me emociono. Gracias por tu recuerdo para el nostre LLuis. Un beso
ResponderEliminarCreo que has conseguido que todos asistamos a ese concierto y a ese momento mágico, a veces es hermoso ver el mundo a través de tus ojos mi queridísimo amigo, miles de besosssssssss
ResponderEliminarSi Alfredo, en la recopilación o memoria de momentos como ese, Llach, Raimon, Ovidi...nos reconocemos nostálgicos y con los años en la mochilla repleta de esos instantes.
ResponderEliminarSin embargo, Alfredo, aún no ha finalizado el viaje a Ítaca.
Petons, fins aviat.
Gran cantante LLuis LLach, sus letras son irrepetibles, siempre acompañadas de una músicas que te hacían entrar en lo más hondo de la canción.
ResponderEliminarSeguro que fue un gran concierto
Un abrazo
Ay Alfredo, por cierto que la música y la buena letra tienen esa particularidad. De traernos hasta donde estamos sentados los recuerdos de nuestras vivencias inolvidables, como en una bandeja, y por eso nos sentimos "mayores" porque podemos verlos y contarlos a todos allí juntitos.
ResponderEliminarHermoso recuerdo el tuyo, momento de complicidad compartida bajo la luna!
Besito
Cataluña ha sido la cuna de muchos, magníficos y comprometidos cantautores, que han prestado la altura de sus letras y su música a muchas causas nobles. Lluis Llach, uno de sus máximos exponentes.
ResponderEliminarHe vivido contigo ese concierto y ese momento de mágica complicidad entre la luna y el cantante.
Un abrazo.
mi comentario, alfredo, se debe de reducir a esto:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=GZynD4bx-V8
fueron los tiempos FELICES de madrid.
un saludazo, alfredo.
Para mí Llach está entre los musicos e intérpretes. Ha generado muchas antipatías y recelos, probablemente por su propia coherencia. Se le debería contemplar como un músico, sin connotaciones y comprobar que es de los mejores. Escucharle hablar es otro placer, por su independencia, sinceridad, su modo personal y crítico de ver el mundo.
ResponderEliminarEntre las canciones de mi vida estan Dibuix, Que tinguem sort, Pais petit, Vell es bell y tantas otras.
Gracias por recordarle.
Un abrazo y que suerte haber podido vivir la noche de Sagunto.
La causalidad nos regala a veces momentos que se quedan grabados como tatuajes en nuestras vidas, al final con los años son el acopio de nuestros recuerdos ensoñadores.
ResponderEliminarPuedo verte en ese lugar y circunstancia y hasta has dejado que te sienta.
Un abrazo.
Mariví
Son momentos que nunca se olvidan, porque los rodea un halo especial y como dices el interior se mueve dentro de nosotros...
ResponderEliminarBesos
Bueno, mucho gusto Sr Llach, aqui me lo apunto para conocerlo.
ResponderEliminarEsas coincidencias - como la aparición de la luna en el momento justo - son maravillosas. Una especie de señal de buena suerte, o uno quiero interpretarlo asi ...
un abrazo
Y 18 ! por si las moscas ...
ResponderEliminar=D
Yo me habría emocionado Lluis Llach, no puedo menos que recordar una adolescencia en la cual nos acompañaban las guitarras y pasábamos horas sentados en la yerba o en un banco del parque y cantábamos y tocábamos hasta que se hacía de noche, chicos y chicas a los cuales además de la amistad nos unían estas canciones y de Lluis llegué a aprenderme sin saber catalán "que tinguens sort" preciosos recuerdos me has traído he vivido en tu relato ese concierto y he visto esa luna.
ResponderEliminarincreible recuerdo! sin dudas la musica tiene esa magia muchas veces... a mí me sucedió lo mismo con una música media rara también en mi ciudad natal... estaba gris y por llover, esta música media india, tribal y de tambores...hizo sin querer que se portagara el llanto de las nubes...coincidencia... no lo creo! la música es magia. saludos! hermoso recuerdo y gracias por compartirlo
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