París, Texas

Siempre me ha preocupado y ocupado desarrollar iniciativas que mejorasen las posiciones de nuestro colectivo profesional con respecto al gran público, la elección de un estilo determinado de mueble, en este caso el mueble moderno y de vanguardia, no siempre ha facilitado el entendimiento con la mayoría de los consumidores, que generalmente se ha identificado mas con el Amueblamiento y la decoración clásica, convencional y excesivamente ornamentada. Salvo un puntual periodo de tiempo a principio de los años sesenta, en el que un mueble de trazos y formas limpias, de procedencia mayormente escandinava tuvo una gran acogida entre los consumidores, incluso propiciando cambios anticipados en el mobiliario existente, del que en principio se esperaba mayor vigencia.
Esa tendencia duró lo que duraron los sesenta y de nuevo en los siguientes veinte años nos vimos sumidos en la mayor apatía, sosez y aburrimiento en cuanto a propuestas de vanguardia importantes se refiere, lo que propició un distanciamiento entre el usuario, de nuevo acomodado en un clasicismo excedido y falso y los decoradores de estilo moderno o contemporáneo, que nos empecinábamos en mantener en nuestras exposiciones lo último de Miquel Milá o André Ricard, asumiendo inconscientemente el difícil compromiso de culturizar al consumidor final, la escasez de revistas especializadas en diseño moderno, tanto de mobiliario como de interiorismo y por otra parte la abrumadora influencia de otras muchas publicaciones de contenido vulgar y con la máxima del “Háztelo tú mismo”, hizo peligrar la existencia de muchos establecimientos dedicados exclusivamente a la venta y promoción del mueble y objetos de diseño moderno.
Esta inquietud era compartida y frecuentemente comentada por algunos profesionales del Sector, creíamos conocer el problema y sabíamos que estábamos perdiendo posiciones aceleradamente ante otras propuestas menos especializadas, pero indirectamente mejor respaldadas.
Básicamente las diferencias de nuestro trabajo respecto al de otros establecimientos simplemente expendedores de muebles, son, por un lado, un estudio pormenorizado del espacio a intervenir, con soluciones vinculantes entre el respeto por las zonas de transito, el diseño y la ubicación de los muebles en función de su uso inmediato y cotidiano, la coordinación de elementos y materiales con los que encontrar un perfecto equilibrio, en definitiva en ese momento, era imprescindible trasladar al futuro cliente conceptos y valores para ellos desconocidos, pero aconsejables para la obtención de una calidad y comodidad en un hábitat que podían disfrutar o padecer en función de cómo y a quien planteasen el Amueblamiento de su Casa.
La idea de editar nuestra propia revista, fue tomando fuerza a medida que compartíamos el Proyecto con otros Decoradores y con algunos fabricantes a los que inevitablemente invitamos a participar. El grupo de cinco Tiendas que inicialmente creo y respaldó esta iniciativa estaba formado por Arco Interiorismo, Casa Mobiliario, Espai Jove, Núñez Mobiliario y Criterio, representados a su vez por Salvador Villalba, Salvador García, Juan José Núñez, Regina y yo respectivamente. Para legalizar la operatividad del grupo creamos una Sociedad con carácter de Fundación y sin ánimo de lucro que denominamos “Interiores en Valencia”. 

El Diseño y la Maquetación del primer ejemplar corrió a cargo de Ángel Fuentes, publicista de moda que ya había desarrollado la imagen corporativa de alguno de nosotros, en el interior se combinaban páginas con publicidad, reportajes fotográficos de nuestras tiendas, presentación de novedades o productos singulares y varios artículos sobre iluminación, tapicería de vanguardia o diseño en general, en la colaboración de estas aportaciones técnico-literarias participaban, Manolo Villalba de Sayma Iluminación, María Cardoner de Marieta y Javier Mariscal que además diseñaba la portada con una visión muy particular de algunos edificios emblemáticos de la capital valenciana.
Salvador Villalba y yo, asumimos el compromiso de gestionar con los fabricantes su colaboración, explicándoles con la maqueta en la mano los detalles de este primer ejemplar, negociando su participación en función del tipo de producto que fabricaban y de cómo estaría éste representado. Al margen de cualquier resultado obtenido, que dicho sea de paso fué altamente satisfactorio y con un índice de adhesión impensable. Salvador y yo, consolidamos durante ese periodo una entrañable amistad.
Nuestro primer viaje fué al País Vasco, iniciamos el recorrido de consultas en Zarautz, donde la firma donostiarra Arruti, presentaba una nueva colección de Muebles diseñados por Jordi Teixidor y M. A. Ciganda, en dicho acto coincidimos con otros colegas del sector de la provincia de Alicante, que ya habían oído hablar de nuestro Proyecto, lo que nos sorprendió doblemente pues no solamente se interesaron por conocer los detalles, sino que además nos pidieron formar parte de él, la solicitud nos extrañó pues, se trataba de dos tiendas importantes, Elías Bernabé de Petrel y Zoilo de Elche, dos establecimiento muy identificados con el mueble de vanguardia y de reconocida solvencia, evidentemente la respuesta no dependía únicamente de nosotros dos, pero estábamos convencidos de que la solicitud obtendría el beneplácito del resto del grupo, primero por la entidad y prestigio de los dos solicitantes y segundo porque nos mostraba una perspectiva que hasta ese momento no habíamos contemplado, la de ampliar el colectivo de Interiores en Valencia, a otros profesionales ubicados en otras poblaciones de la Comunidad Valenciana.
En ese mismo viaje obtuvimos la adhesión de otros fabricantes de Orduña, Azpeitia, Azcoitia, Lasarte y San Sebastián.
La experiencia de la Revista, y sobre todo los viajes fortalecieron y desnudaron mi amistad con Salvador, al que necesite y encontré años mas tarde, justo en un difícil momento en el que mis relaciones con Regina, por primera vez se tambalearon de forma seria y preocupante. Padeciendo una tremenda confusión y descolocado por una, hasta el momento desconocida y dramática ansiedad, necesité alejarme de esa situación complicada y aparentemente irreversible, para intentar desde la distancia, verla con una mayor amplitud que me permitiera tomar decisiones razonadas y razonables, le pedí a Salvador un pequeño espacio en su casa para recogerme y reflexionar y él sin mediar pregunta alguna e incondicionalmente la puso toda a mi disposición. 

Durante mi estancia en su casa, un apartamento de dos alturas en una urbanización de adosados en la playa próxima de El Saler, Salvador se ausentó unos días para disfrutar de unas cortas vacaciones en New York.A su regreso, y entre un gran numero de objetos de diseño, ropa, revistas de arquitectura interior y discos, seleccionó entre estos últimos, uno de difícil localización entonces en España, que me ofreció como recuerdo de la que él, deseaba una corta y clarificadora estancia en su casa, se trataba de la banda sonora original de la película del inefable y controvertido Wim Wenders: “Paris Texas”, me la recomendó como un disco imprescindible para alguien que con un mínimo de sensibilidad, percibiera en su música emociones y estímulos edificantes, y así desde la percepción de tanta belleza, desdramatizar cualquier otra situación por muy compleja que pareciese.

La música de Ray Cooder, así como la película, que pude ver más tarde en un monográfico que sobre el director se programó en la Filmoteca Valenciana, fue todo un descubrimiento, inolvidable la escena del reencuentro de Travis (Harry Dean Stanton) con Jane (Nastassja Kinski) a través del cristal de los privados del Club de Alterne, con la versión acústica de la canción mixteca de fondo sobre el denso y emocionante monólogo de Travis. Un disco eminentemente acústico con unos solos de guitarra originales, arrastrando unos acordes armoniosos, plenamente descriptivos cuando los sitúas en el entramado de la película. De haber sido un cuadro, este habría sido una de las más grandes obras abstractas de todos los tiempos.

Recordaré solo una anécdota entre otras muchas, de aquellos viajes con Salvador, una noche en Zarautz y una vez alojados, decidimos salir a tomar una copa a un bar frente al Hotel, era un local sombrío, con una barra acogedora y excelentemente surtida, muy concurrido en ese momento, tanto que nos costó abrirnos paso entre los parroquianos que se despachaban a gusto con sus claros, zuritos y pintxos, ocupando la barra y los pasillos, una vez ubicados al final del local y consumiendo un serio “Gin-Tonic”, comentamos con extrañeza la dificultad que habíamos tenido para acceder en busca de un rincón libre en la barra, así como un insistente e incomodo acercamiento físico que inexplicablemente estábamos padeciendo de nuestros inmediatos contertulios, una rápida mirada a nuestro alrededor y nos dimos cuenta, que las señas de identidad que decoraban las paredes del bar evidenciaban una clara tendencia del mas duro carácter abertxale.
Salvador era un tipo alto, atractivo, de mirada altiva y segura, con el pelo engominado hacía atrás y esa noche, con la gabardina de cuello subido, perfectamente aparentaba un alto cargo de la policía nacional de paisano. Salir de allí nos costó interminables minutos sorteando a aquellos individuos, que con una sutil provocación y seguramente confundidos con nuestro aspecto, nos obligaban al incomodo e insolente roce físico dificultando nuestra salida a través de los diferentes grupos de simpatizantes batasunos que llenaban el local.

Al viaje al País Vasco, le siguieron otros con el mismo objetivo, Cataluña, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana, donde las adhesiones se sumaron en la mayoría de las visitas, así como las propuestas de participación por parte de otros compañeros profesionales del sector.


Comentarios

  1. Viçent... él es como es... qué afortunado, creo que para ser interiorista hay que comenzar por ser quien uno es....y después vendrán quienes requieran de nuestro consejo y opinión.. Es así??

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