Este jueves, relato: Héroes y heroínas
Héroes y heroínas (de juguete).
Robótica cruel o el fatal desenlace de un héroe.
Lanzarote nació en Onil, provincia de Alicante. De padre alemán y madre española que lo abandonó al nacer para hacerse Famosa, pero esa... es otra historia.
La máquina de repetir escupió un Clic desnudo, de personalidad indefinida, sonrosado e inerte, parecía un niño normal, salvo un detalle, en su interior, donde en los niños anida la vida, Lanzarote estaba vacío de contenido, exento de masa muscular, falto de nervios y sin una mala artería que poner a prueba de cortes y rozaduras.
Así permaneció inmóvil hasta que la cadena le asignó unos leves rasgos de identidad.
El ordenador, a través de un calculado código numérico le vistió de «Caballero»: traje, corona, capa y escudo, en un claro e intencionado mimetismo robótico que homenajeaba al noble de Camelot.
Una mañana de enero (creo que la del seis) amaneció en casa ajena, rodeado de misteriosos artilugios desconocidos para él. Todos ellos motorizados y organizados para matar en movimiento; huir después de golpear y esconderse en su propio caparazón. Se sintió diferente, víctima disminuida al capricho del resto de la robotizada manada y renunció a tan crueles privilegios enfrentándose al resto en un duelo mortal.
Ginebra, su Reina, la niña de ojos azules y trenzas de oro que lo descubrió aquella noche mágica entre cintas de seda y papeles de colores, asistía impotente a tanta violencia y abuso electrónico. Decidió imitar a los mayores que daban vida mágicamente a casi todo. Lo miró a los ojos, con ternura, acarició sus heridas que sangraban oscuridad e introdujo las manitas plastificadas de su héroe de plexiglás en los dos agujeros donde se escondían los 220 voltios.
El Clic cambió de color y en vez de iluminarse y cargar unas baterías que no tenía, se fue derritiendo lentamente, hasta transformarse en una nube que se elevó convertida en colores, abrazando las estrellas fosforescentes que decoraban el techo de su habitación y, antes de esfumarse del todo, dibujó un corazón y un corto texto: «A Ginebra, tu héroe, Lanzarote de Famobil».
Como siempre originalísimo relato.
ResponderEliminarQué linda historia! Fantástica y romántica, con la cuota justa de inocencia infantil que encanta tanto a grandes como a chicos! Muy original y creativo tu aporte, Alfredo Un abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado, muy original.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ginebra tendrá que ver con la conocida bloguera?
ResponderEliminarMe gustan textos con fantasía 👏 saludos 🙋
Muy bonito. Aquí, en esta casa, algún muñeco ha sufrido un proceso similar, pero en el microondas, víctimas de mi Nano.
ResponderEliminarQuedará en el recuerdo ese Lanzarote de Famobil.
Un abrazo.
Debe ser así mismo como lo imaginó esta Ginebra de ojos azules y trenzas rubias.
ResponderEliminarUn héroe de plástico y una imaginación de acero.
Un gusto leerte. Gracias por este cuento tan original.
El relato es de una originalidad y belleza que me ha embelesado, aunque no sé qué hacer con el final, si llorar de pena o de emoción.
ResponderEliminarEnhorabuena, es fantástico!
Un beso
Un relato cargado de imaginación, como los própios clics con los que muchos de nosotros hemos jugado.
ResponderEliminarUn abrazo
Que belleza!!! Y con ese toque de ternura y originalidad. Muy bueno, besos.
ResponderEliminarLanzarote de Famobil, mártir del enchufe, tuvo una despedida memorable!
ResponderEliminarProtesto, no es justo que los electrodomesticos de los mayores no hayan sufrido ni una merma!
Encantador relato, original y divertido!
Te dejo un fuerte abrazo Alfredo
Que historia tan imaginativa.
ResponderEliminarSaludos.
Una historia preciosa y un forma de narrar impecable. Bravo maestro.
ResponderEliminarBesos.
Qué bonita la historia y original. Además de bien narrada. Una maravilla.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
El comentqario completo es este:
ResponderEliminarEres al pera amigo: Un relato original que solo una mente privilegiada como la tuya, pueded imaginar.Eres un escritor excelente y un no menos bueno narrador de cuentos. Un abrazo.
Disculpa el error.
¡Buenas! Creo que es la primera vez que me paso por tu blog, y solo puedo pensar ¡wow!
ResponderEliminarTu relato ha sido tremendo, muy original. Espero seguir leyéndote más semanas ;)
Un beso
Un fantástico nunca mejor dicho relato donde tu imaginación es el verdadero héroe .
ResponderEliminarUn saludo feliz semana.
Qué pena que Ginebra no supiese aprovechar un heroe de plástico pero tan bien inspirado, como tus letras, que siempre tienen ese toque original que tanto aplaudimos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.