Este jueves, relato: Tranviario

      
      Decía que se paraba echando piedrecitas por un tubo hasta que estas cubrían la vía. Lo recuerdo en los días de lluvia, yo iba a su lado, y me dejaba tirar puñados de arena gorda por el embudo cuando nos aproximábamos a la parada; él, al mismo tiempo, reducía la velocidad con la mano izquierda, girando la manivela que se deslizaba circular sobre un especie de reóstato; mientras, con la derecha, daba vueltas a un gran volante metálico que frenaba presionando las ruedas de acero.
      Vestía de gris, pantalón y chaqueta con botones cromados hasta el cuello, apenas se adivinaba la orilla del cuello de su camisa blanca, hasta que después de las primeras horas se desabrochaba un botón evitando apreturas incómodas; sólo uno, dos hubiese sido un atentado al buen gusto y decoro. Completaba su uniforme con una gorra de tela dura, también gris, y visera de plexiglás negro.
      A veces iba de cobrador: "¡Billetes por favor!" Preguntaba cruzando el tranvía de atrás a delante, manejando una calderilla de la que sólo él era el responsable; tantos billetes vendidos tantas pesetas con sus céntimos a liquidar. De la plaza de Jesús, en el barrio de Patraix a la Estacioneta del puente de Madera. Un solo turno de diez horas y un solo recorrido, el mismo todos los días.
      Al final el tranvía a dormir a las cocheras de la Avenida del Puerto y él a casa, cruzando la ciudad a pie, con la alegría y el estímulo del trabajo bien hecho. Más tarde, después del hervido y una cola de merluza, una buena sesión de Radio Nacional de España, la emisora del Movimiento, ¡Qué castigo señor! Poco faltaba para que apareciesen en las ondas: "Matilde, Perico y Periquín".
      Que, ¿quién era él? Ya os lo podéis imaginar...


Comentarios

  1. Pués me lo imagino; como a muchos otros esforzados personajes que pasaban su vida, dedicados a unos trabajos y unos
    horarios tan imposibles que ahora serian difíciles o impensables de proponer a cualquier obrero de nuestra época. Muy bonita tu historia, Alfredo. Saludos cordidales.

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  2. Me hubiera gustado haber vivido en las épocas del tranvía..casi todas las fotos parecen sacadas de un cuento...a donde no me subiría nunca es a un tranvía llamado deseo, con todo y Marlon Brando de pareja...Besos

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  3. No he conocido los tranvias pero soy amantes de los trenes. Ese ir y venir de personas a sus trabajos, sus encuentros. Poder ver en ellas miles de universos paralelos que congruen en un lugar. Buen texto. Un abrazo

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  4. Donde yo vivo todavía hay tranvías, eso sí, modernos. Pero por ejemplo, Lisboa es una ciudad llena de tranvías que se utilizan mucho.
    Un saludo.

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  5. Si ya se ve, que los tranvías son de antes, y aquí en Jaén se empeñaron en poner uno que ni siquiera funciona... en fin, bonito texto y como bien dice Monserrat, un hombre entregado a su trabajo. Besos.

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  6. Me ha encantado el retrato de ese tranviario tan particular, trasmitiendo al lector ese cariño con que lo tratas. Recuerdo haber visto lo que en Madrid llamábamos el trole (trolebús), aunque haciendo memoria solo recuerdo las vías.
    Abrazos, amigo.

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  7. ¡Qué bien describes el sencillo placer del cumplimiento del deber haciendo que tu parcela del mundo "funcione" como aquel tranvía! En mi infancia he viajado muchas veces en tranvías y me has hecho recordar. Aquellos momentos. Gracias por participar y un abrazo.

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  8. Aunque en el lugar que yo vivía no había tranvías, me has hecho retroceder en el tiempo una pila de años con eso de Matilde Perico y Periquín.
    Un abrazo, siempre un placer leerte.

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  9. Has descrito muy bien la profesión de tranviario...yo nunca he vivido en una ciudad con tranvía y tampoco he visitado ninguna que lo tenga así que no he subido nunca a uno. Yo soy ya de " La saga de los Porretas" je,je.
    Un beso

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  10. Como le ocurre a Tracy, me has retrotraido en el tiempo a la época de los seriales radiofónicos. Recuerdo que en casa se oía a Matilde Perico y Periquín. No viví en una ciudad con tranvías, pero sí puedo imaginármelos a través de tu espléndida descripción del personaje.
    Un fuerte abrazo.

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  11. No he conocido el tranvía, al menos, el tradicional. Los modernos, no me dicen nada. Un tren en vía ciudad. Pero ese trato con la gente, ese gesto amable, ese afán por cumplir, ese hacer lo mejor posible tu trabajo por duro que sea...
    La verdad, una retrospectiva en el tiempo que me ha dejado un buen sabor de boca.

    Un beso enorme. Nos vemos en ya.

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  12. Un trabajo delicioso hecho con mucho amor y tal y como lo describes seguro que forma parte de tu infancia y de tu vida. Precioso y conmovedor. Un abrazo.

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  13. Las profesiones son eso... profesiones, son las personas las que las dignifican.

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