Este jueves, relato. En Prisión.
Queridos hijos:
Por fin me decido a escribiros.
Hasta ahora los ánimos no me han acompañado y mi cabeza ha estado perdida
intentando sin conseguirlo una explicación que ordenase mis ideas.
Sé que mi estancia aquí, no
va a ser prolongada, pero un solo día entre estos muros es una prueba demasiado
dura para no abandonar en el intento.
A las 10’00 de cada mañana
abren las puertas del patio, es el único momento en el que mi ansiedad se
disipa y me alío con los colores del cielo abierto. Busco el movimiento de las
nubes hasta que desaparecen en el horizonte forzado de las paredes que por el
lado opuesto, (el que no veo) tienen el color de la libertad.
Aquí, en este solar
descubierto, la fiel espera se consume entre impaciencias y la soledad entre
esta multitud es más soledad todavía.
Cuando cae la noche y con
ella el silencio, todo queda a punto para el arrepentimiento, pero un ejército
de un solo alma, se revela y renueva mis convicciones. Tal vez os preocupe lo
que voy a deciros, pero lo volvería a hacer… volvería a robar comida en el
supermercado.
Vuestro padre que os quiere.
Una carta modelo de un preso a sus hijos. Una estupenda reflexion de lo que puede sentir un hombre que ha estado condenado siendo inocente. Preciosa carta.
ResponderEliminarEs muy injusto. Impotencia enorme de saber que eso ocurre en realidad.
ResponderEliminarEn la cárcel deberían estar aquellos de arriba, los indiferentes sembradores de miseria.
ResponderEliminarInjusto, angustioso, terrible y a la vez, posible relato en forma de carta como un grito.
Besitos
Unos hijos que deben estar orgullosos d que su padre esté en la cárcel.Pensar que esto puede ocurrir...
ResponderEliminarEspero que en unos meses esa carta no sea la mía...
ResponderEliminarUn abarzo y tu café.
Sus hijos lo entenderán y se sentirán orgullosos de él, una lástima que alguien se vea obligado a tomar estas decisiones. Besote
ResponderEliminarLo duro de estos casos, es la convivencia a la que se ven obligados con delincuentes de otra talla. Distinta a la de alguien que robó un supermercado y quizá, hasta en condiciones no violentas, como se suele ver últimamente. Lo difícil, es transmitirle a esos hijos sus razones y que ellos puedan entenderlas sin desprecio -o, sin la admiración, que les lleve a querer seguir igual camino.
ResponderEliminarEn todos los sentidos, una situación que angustia.
Besos!
Gaby*
Quién es el verdadero ladrón en este caso, el que roba para alimentar a sus hijos, o el que le roba la dignidad a los hombres? Qué relato tan triste, me ha conmovido!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Te confieso Alfredo que si no me quedara otra salida, no dudaría en robar para alimentar a mis hijos. Es simple, a unos les sobra y a otros les falta hasta el aire.¿Legal?, según las leyes escritas, no, según la ley natural, sin duda alguna. ¿Moral? tampoco en este sentido tengo duda alguna. ¿Habrá algo más ético que procurar alimentar a los tuyos?. Creo que esos hijos deberían sentirse orgullosos de su padre y, ese padre, orgulloso de sí mismo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Un abrazo.
Un caso triste, si sucediera...Por alimentar a sus hijos cualquiera robaría donde hiciera falta y debería llevar la cabeza bien alta.
ResponderEliminar
ResponderEliminarAngustioso destino al que la injusticia de la sociedad condena a quien no halla una puerta de salida a su pobreza.
Un abrazo
Y si, la culpa siempre los pagan los ladrones de gallinas y no los ladrones de nuestra vida.
ResponderEliminarUn abrazo Maestro:)
Un hecho frecuente. Una historia común. Hasta vale como excusa para pedir: "deme algo, porque peor es que robe..." pero tu relato, tu forma de ir desgranando la historia, no es común, y ahí está la clase, el estilo y la buena intención bien plasmada en palabras que nos terminan por conmover y comprometer.
ResponderEliminarAhí está el arte, amigo.
Besos
Tu relato lleva hacia la indignación porque en esta casa nuestra hasta hace pocos años, ni siquiera imaginamos ver o escuchar este tipo de noticias, estoy de parte del reo y también robaría para que a mis hijos no les faltase la comida. Que impotencia Alfredo ! Mientras otros roban a manos llenas y dicen no saber, no entender, no recordar. ¿ nos creen idiotas acaso ? En fin...Me gusta la carta y me gusta como resolviste el tema.
ResponderEliminarAbrazos amigo.
Pobre padre, no tener más salida que robar el pan que ha de alimentar a sus hijos, hasta ahí hemos llegado, pero ¿qué padre no haría eso por sus hijos? Desgarradora historia por lo real, escrita desde la resignacion y la aceptación de un hombre sin salida.
ResponderEliminarBesos.
Yo tambien robaría para dar de comer a mis hijos y daría por buena esa soledad del espacio abierto entre muros. Hay muros de la verguenza que se saltan a la torera muchos en este país...sin faltarle para comer.
ResponderEliminarBesos
Preciosa carta Alfredo. Parece que casi todos los que hemos participado en esta convocatoria hemos opatado por el soliloquio. La soledad del reo.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo.
Yo tambien lo haría, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarBss.
Un reflejo de esa situación a que nos aboca esta economía apisonadora. Abrazos.
ResponderEliminaruna carta que llega al corazón.Esta carta para mi tiene dos lecturas: la injusta realidad y también la soledad de toda soledades, que es la prisión mas injusta que a veces no es física, y que encierra el alma. La perdida de la libertad, para mi, es cuando te meten en prisión tus pensamientos, ideas y esperanzas., creo que en este caso esa libertad no la ha perdido. MUY BUENA CARTA!!!!!!!!!!
ResponderEliminar