Este jueves, relato. Celos
Utopías:
Imaginemos... un mundo sin
dueños de cuerpos, sin propietarios de mentes, sin préstamos e hipotecas en los
que dejas la vida como garantía.
Imaginemos... que cuando
queremos entregar, compartir, dar o regalar nuestro cuerpo o nuestra alma, los
dejamos en prenda. Con el billete de vuelta abierto, porque el destino podría
ser un fraude y nada nos ata permanentemente a otro si nosotros no queremos.
Realidad:
No sabía qué clase de
canalla era, supongo que lo había ocultado en mis primeros meses de relación.
Esos, en los que ella me lo ponía fácil. Y a mí, se me hacía la boca agua
pensar en mi nueva y probablemente definitiva adquisición. O no es eso, lo que
uno obtiene con una mujer, especialmente cuando deja de ser “Una” para
convertirse en “Mi”
Era demasiado bonita e
inteligente para compartirla, e inconsciente, empecé a rellenar sus vacios con
sospechas que exigían un control más determinante. Ubicar y acaparar sus 24
horas diarias.
Sus primeras respuestas,
tímidas y sutiles, eran reivindicaciones de pequeñas parcelas de libertad que
yo empecé a verlas como una amenaza inaceptable.
La olía, la registraba, la
espiaba, la seguía. No soportaba la más mínima laguna que no tuviera mi
consentimiento o una clara explicación, aún así la sombra de la mentira
erosionaba mi mente.
Desconfiado, la esperaba a
su llegada del trabajo maltratándola con impertinentes reproches que hacían que
huyera asustada y se encerrase en la habitación.
Hasta hoy, que borracho, la
he visto salir con su maleta, luminosa y desafiante. Iracundo la he detenido al
dirigirse a la puerta de la calle y una vez más, ebrio de vino y de celos la he
golpeado con rabia hasta violarla sobre la rancia alfombra del Recibidor.
Imaginemos un mundo en el que nadie se crea dueño de nadie, ni los padres dueños de los hijos, ni los esposos dueños de sus parejas o viceversa. Imaginemos un mundo de seres libres de optar con quien convivir y bajo qué premisas. Sería un mundo mejor, sin duda alguna. Imaginemos pues, porque la realidad, como tú bien resaltas, es bien distinta.
ResponderEliminarGracias por participar, Alfredo.
Un fuerte abrazo.
Imaginar...imaginemos, no cuesta imaginar lo que con tanta sensibilidad propones, pero los celos me cuestan de entender, por ello me remito a una frase que considero, más o menos, adecuada, a lo que me despiertan:
ResponderEliminarEl enamorado (añadiría, enamorada) celoso soporta mejor la enfermedad de su amante que su libertad- Marcel Proust
Lo cierto Alfredo es que sea el tema que sea, lo tocas desde tu estilo íntimo, intimista, que me hace sentir, siempre, cómplice.
Besos.
Que bien lo has escrito, el relato va agobiándote conforme avanzas en su lectura,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esa utopía de llegar a la pareja con billete de vuelta abierto.
Que agobio he sentido a medida que leía, que mal tiene que vivirse situaciones como esta. Dudar de cuanto hace o dice tu pareja ha de resultar agotador, como brutal llegar al estremo que tan bien relatas.
ResponderEliminarUn placer Alfredo.
Besos.
Seamos realistas y dejemos de soñar, rompamos las cadenas,aunque tardemos años, y pongamos el corazón a ventilar en una bonita ventana donde crezcan amapolas...Es posible conseguirlo...Y encontrar un amor con billete de vuelta abierto, y sin condiciones, solo las que se van creando desde el respeto hacia el ser que amamos.
ResponderEliminarEs que yo también creo en la " utopía"
Buen relato, querido amigo.
Besos.
Muy bueno Alfredo. Creo que tu relato no es una utopía y que en ello consiste el amor, al cual te aproximas en la medida que cada uno crece en su individualidad. Celos normales son una cosa, posesión sobre el otro es algo muy distinto. Muchos saludos.
ResponderEliminarOtra mujer, ésta de un pueblo cercano, sintió celos del marido, así se lo dijo. Hoy le juzgan a él por haberla emparedado. Como ves, la realidad es mucho peor.
ResponderEliminarUn abrazo y tu cafelito de hoy.
Me duelen a mi los golpes, seguro que en la maleta solo pesaban las oportunidades que le dio para comenzar de nuevo...
ResponderEliminarUn beso
Hay que imaginar un mundo donde la palabra primigenia sea LIBERTAD. Donde la posesión sea una idea proscrita en el amor.. Imaginemos una iglesia que de verdad enseña que los hombres y las mujeres somos iguales y que los vínculos no obligan al sacrificio.
ResponderEliminarImaginemos...
Estupendo relato.
Un abrazo.
Pues un drama, cierto. Aquí hablamos de psicopatologías. No obstante, me quedo con que, si bien es lo más publicitado por ser noticia, no es lo común, ni de lejos, vamos.
ResponderEliminarUn saludo
Esas utopias podrían ser realidad, porque esa realidad es mala y rencorosa y sobre todo malsana, cuando no buscas una compañera sinó una propiedad, mal vamos.
ResponderEliminarUn abrazo
Imaginemos y escribamos sobre ese mundo libre, así conseguiremos acercarlo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Dan ganas de huir, ciertamente, o clavarle lo más afilado y punitagudo posible, luego del último arrebato de violencia y posesión. Excelentemente narrado... tristemente semejante a tantas realidades.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Ay que duro este relato, que tremendo mal tipo el protagonista, enfermo completamente de celos, de egoísmo y de bajeza.
ResponderEliminarMe puso los pelos de punta ese final.
Muy bien llevado y perfectamente mostrado el resultado de los celos excesivos.
Un abrazo.
Tu relato impacta, por la frialdad y el razonamiento posesivo del protagonista.
ResponderEliminarImaginemos que estas situaciones no se dieran nunca más.
Un beso:
Jime
Duro, triste y por desgracia real. Imaginemos que estas situaciones no se repitan jamás, imaginemos que nunca más una persona tenga miedo en su hogar, imaginemos que jamás se vuelvan a convertir las casas en cárceles. Un besote y sigamos imaginando.
ResponderEliminarQué duro el relato, me da pena y angustia de la mujer que padece la violencia del hombre celoso,pero poniéndome también en la piel de él, creo que es un enfermo y también me da pena.
ResponderEliminarVamos a imaginar, que no cuesta nada!.
Un beso
Los celosos son enfermos de una enfermedad invisible a primera vista. Pero una enfermedad que daña más al que vive al lado y hasta es mortal a veces.
ResponderEliminarLo has descrito de una forma que da escalofríos.
Imaginemos... y eduquemos para erradicar esta enfermedad en las generaciones futuras.
Un abrazo
Es un relato increiblemente real y magnífico. Subrayas la palabra celos con los actos que el protagonista tiene hacía su chica. Me ha gustado mucho la versatilidad de los sucesos, bien narrados. A partir de ahora tienes otra lectora, me ha gustado bastante.
ResponderEliminarEs demoledor tu relato. Pones muy en relieve lo bajo que puede llegar a caer una persona cegada por los celos y como pierde la compostura y la dignidad hasta sucumbir a su instinto más básico.
ResponderEliminarMuy bueno el final.
Bss.
Alfredo, tu final me ha dejado muy triste. Menudo enfermo mental estaba hecho ese individuo. Ella también tendría sus carencias, por desgracia. Gracias por sacar a relucir el tema de la violencia de género, para que nunca lo olvidemos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
¡Glubs! impactante final.
ResponderEliminarPensar que la vida sería más feliz para todos si viviéramos en la utopía, tal como la narras y, sin embargo, la realidad que expresas es más común. Tal vez sea bueno insistir en la idea para que cale y este mismo relato pueda titularse en su primera parte realidad y la segunda aberración.
Abrazos.