Este jueves, relato. Un pacto con el Diablo.
Y yo que no... y él que sí.
-Mira diablo, un pacto tiene que ser beneficioso para ambas
partes, si no, es una estafa, y yo, me siento estafado.
-Es absurdo que insistas, no te entregaré mi alma a cambio
de una chapuza.
-Te dije joven, guapo, rico y con glamour.
-Sí, me has dejado joven, guapo, rico y con glamour, pero te
has olvidado de mi úlcera, mi artrosis, mis lentillas, mi tartamudez, mi impotencia,
mi hipertensión, y por si fuera poco, dónde quieres que vaya midiendo dos metros y cincuenta centímetros... descalzo.
-Mira diablo, esto me parece absurdo y no estoy dispuesto a seguir
discutiendo, devuélveme a mis sesenta y tantos, con mi pelo canoso, mi metro
cincuenta y mi vulgaridad...
Y yo que sí, y él que no...
jaja! Vaya tira y afloje! Realmente pactar con el diablo tiene sus inconveniencias, más si no se dejan las cosas detalladas y bien claras!
ResponderEliminarPobre hombre!
Besos al vuelo!
Gaby*
Es que no se explicó bien y el diablo hizo lo que pudo, el pobre...jajaja podía haberle enseñado una foto de George Clooney ...
ResponderEliminarUn beso
y yo que me he DESCOJONADOOOOOOOOOO¡¡
ResponderEliminartoma mi comentario....¡¡¡
es bueno que me hagas reír, alfredo,,,muy buenooooo
medio beso.
O se hacen las cosas bien o no se hacen, vaya con este diablo tan chapucero.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que en todo pacto que se precie hay que leer la letra pequeña, que cuando se trata de devoluciones estos diablos tienen muy mala leche.
ResponderEliminarUn abrazo
...un hombre encuentra una lámpara,la frota y sale el genio.
ResponderEliminar- Te concedo un deseo.
- Quiero la mujer más buena del mundo.
El genio chasquea los dedos y en los brazos del hombre aparece la Madre Teresa.
Un beso.
Si es que una vez firmado Alfredo ya no hay marcha atras, si lo dice el articulo 47.,no lo leiste ¿verdad?
ResponderEliminarUn aabrazo.
Pero claro!...si a la hora de reclamarle por estafa o mala praxis no hay ni juzgado para presentar la querella!jajaja
ResponderEliminarun abrazo.
Seguro que no leíste la letra pequeña...
ResponderEliminarY tú que si, y él que no...
Un abrazo.
Maat
A ver ¿dónde quedó el libro de reclamaciones? qué desfachatez este Diablo, pues que se aplique que me da que paciencia tienes de serie y un montón.. XDD
ResponderEliminarBesos, Alfredo
Alfredo, ¿es que ni el diablo hará un trabajito como dios manda??? Apañados vamos, el diablo se contagia de la inutilidad reinante en las altas esferas, él que dominaba las bajas. !Dioses, qué tiempos!
ResponderEliminarNos vemoooos, antes besitos.
Nada, que te deje como estabas porque para chapuceros ya tenemos bastantes. Además, como dicen los anuncios, "si no quedas satisfecho te devolvemos tu dinero", pues que no hay trato. Y si no ya sabes, a rellenar la hoja de reclamaciones.
ResponderEliminarMuy divertido tu relato
Mar
Es lo que tiene pactar con el diablo, que al final, a pesar de concederte lo que pides, se las apaña para engañarte, pero claro, cuando te das cuenta ya es demasiado tarde, una vez firmado el pacto, ya se sabe, no hay vuelta atrás, por eso es conveniente dejarlo todo atado y bien antado antes de decidirse. Un beso.
ResponderEliminarPensando en lo espinoso del tema de esta semana, leerte es un traguito de risa fresca que se agradece.
ResponderEliminarYo me estaba redactando un pacto con las mismas caracteristicas pero visto lo visto, virgencita virgencita, que me quede como estoy.
Un beso
Ese "Y yo que sí, y él que no..." me da que durará toda la vida, viene desde antiguo y no parece tener final
ResponderEliminarUn abrazo
Jajajá, que tienes razón, que no, que pactar con el diablo es una huída hacia delante y no mejora las cosas. Que no.
ResponderEliminarAbrazos. Nos vemos pronto ¿verdad?
Juan Carlos... Verdad!!!
ResponderEliminarJajajaja, muy bueno, Alfredo. Al final, es mejor quedarse como uno está y dejarse ya de tanta tonería.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Jajajaja el reclamo me encantó!!! Que si, que no!!!
ResponderEliminarA veces los pactos no son lo que parecen Alfredo.
Un abrazo.
Pienso que es mucho mejor asumir nuestra propia realidad, nuestras limitaciones que al menos ya nos son familiares y aprender a convivir con ellas que pactar con semejante personaje que siempre nos hurtará partes sustanciales del contrato.
ResponderEliminarUn abrazo.