Este jueves, cuento. Erase una vez...


Erase una vez que se era… un elefante de cuatro patas y de piel gris perla, casi blanca; por lo de las patas no se diferenciaba de los demás, pero sí por el tono plateado de su envoltura.

A vista de pájaro, todos parecían iguales. Desde el balcón panorámico, la manada, se confundía con unos diminutos puntos oscuros, que se desplazaban con una lentitud irreal.
Bajo, en el interior del inmenso cráter del Parque Ngorongoro las vidas de los diferentes animales seguían su curso natural. Paseaban cuando tenían que pasear, comían cuando tenían que comer y dormían cuando tenían que dormir.

Para todos, era exactamente igual, excepto para Sanna el pequeño paquidermo de sangre roja y de piel lechosa, que perplejo por su descarada diferencia, pasaba las horas cuestionando su evidente desigualdad.
El resto de los elefantes de su edad le señalaban con la trompa burlándose de su rareza, lo que acomplejaba a Sanna, dolido en su particular calvario.

¡Ya está! Musitó entre colmillos, se pintaría del color de los demás y por fin sería uno de ellos, gris oscuro tirando a antracita. Ni corto ni perezoso, llenó una charca de esmalte casi negro y se remozó en ella una y otra vez. Durante unos minutos vio con alegría como cambiaba la textura de su piel, hasta conseguir una espesa capa de tinte Elefante Estándar.

Su alegría duró poco. Con esa nueva apariencia se dio cuenta de lo alienante y convencional de su nuevo look… era uno más. Uno entre muchos, vulgar y repetido, ya nadie se fijaba en él, aunque fuera para burlarse. ¿Qué podía hacer? Nada, salvo lamentar su error y asumir el hecho de que su verdadera identidad la había perdido para siempre. Sólo un milagro venido del cielo le devolvería su añorado color de aluminio anodizado.

En eso estaba, abatido y pesaroso, cuando le cayó una gota del cielo, seguida de muchas más y a estas, un agua torrencial que alertaba del comienzo de la temporada de grandes lluvias, en la que las laderas del Kilimanjaro se inundan de rápidos riachuelos.

Siete días de intenso lavado, aguantó Sanna a la intemperie hasta eliminar la última partícula de pintura que engañosamente le había disfrazado de elefante común.

Moraleja… si eres raro o diferente, no cambies, se consecuente.


Comentarios

  1. Moraleja ha de tener un cuento, la del patito feo...uy...elefante clarito, me dice que en la diferencia el gusto, que si todos fuéramos calcados, menudo aburrimiento.
    Ser distinto suele despertar recelos, racismos, odios letales y remotos, ¿a caso todos los negros o chinos no nos parecen iguales? Y para nada lo son, nosotros a ellos les parecemos identicos, y tampoco lo somos.
    Alfredo, que disfrutes mucho de esta experiencia africana, besitos y hasta pronto.

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  2. ¡Madre mía, lo que es la mente!. Cuando he empezado a leer el relato creí que por ser diferente sería el atractivo para algún malvado cazador que iría a por él. Y es que últimamente he oído tanto de ese tema que tuve miedo. Afortunadamente la lección era otra y el ser distinto no le trajo malas consecuencias sino que le hizo sentirse orgulloso y fuerte.
    Un beso.

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  3. Me ha pasado como a Leonor...que las últimas noticias me han traicionado.
    Una historia preciosa, muy ad hoc para dónde estás. Y sí, una gran lección. Realmente has terminado el cuento con broche de oro. Ojalá todos fuéramos conscientes-
    Un besito y gracias por esos dos magníficos reportajes de tierras tan bellas...

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  4. Hola Alfredo.
    Precioso cuento con moraleja inluida.
    El ser o sentirnos distintos no debe hacernos sentirnos mejores ni peores, tan sólo diferentes. Además en la variedad está el gusto ¿no?.
    Si fuéramos todos parecidos no tendríamos forma de cambiar opiniones ni de aprender nada nuevo, sería un mundo triste y aburrido.
    Me apunto a las diferencias
    Un abrazo
    Mar

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  5. Ultimamente los elefantes están de moda, pero después de leer tu cuento diría aquello de 'ponga un elefante en su vida, no importa el color', sin cacerías, ¿eh? por ejemplo un elefante virtual, o en miniatura, que dicen trae suerte. Fijate la tuya, estás en Tanzania! No es eso suerte :)))

    Un abrazo desde un lugar de Andalucía.

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  6. Me encantó Alfredo!...como siempre, la sabiduría de la naturaleza puso las cosas en su lugar!
    Me alegro por el elefante que consiguió ver la virtud de su propia identidad!
    un abrazo.

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  7. Alfredo, me encanta esa moraleja. Con lo bonito que estaría el elefantito con su color gris perla, siendo diferente. Para iguales ya habemos muchos. En la diferencia está el encanto, menos mal que se dio cuenta a tiempo.
    Veo que África inspira y respira.
    Buena estancia, buen trabajo y muchas gracias

    Un abrazo

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  8. Yo aun sigo quitandome rastros de pintura...con los años se va aprendiendo, donde está lo mejor de cada uno.

    Eso sí, cuando los elefantes se revuelcan en el barro para retozar y refrescarse, son todos del mismo color...

    Besos, jambo y amén.

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  9. Me encantó la historia! Me recordó la frase de Kurt Cobain:
    "Se ríen de mí porque soy diferente,yo me río de ellos porque son todos iguales".
    El elefantito, bien aprendió a aceptarse tal cual es, muy buena enseñanza y precioso cuento para compartir con los niños, a más de uno le ayudará a valorarse e ignorar bromas y burlas (a algunos grandes también, claro).
    Besos al vuelo:
    Gaby*

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  10. Qué aburrido sería si todos fuésemos iguales!pero el ser diferente asusta muchas veces,
    qué buena moraleja nos dejas!
    Besos

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  11. Pues si, lo bonito está en la diferencia, y también la riqueza. A veces a nosotros nos pasa eso, no queremos se diferente; pero también queremos que nos hagan caso y nos quieran, y ahí se ve nuestra personalidad que es auténtica e irremplazable.
    Un abrazo

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  12. Bien, influencias tanzanas en tu relato, ¿que envidia! (sana, confío).
    Veo y me gusta un canto a la diferencia y a mantener la pureza, a evitar querer ser igual a los demás.
    Abrazos, amigo.

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  13. Magnífico cuento, Alfredo. Me ha recordado una entrada que publiqué hace tiempo y que se llamaba "elogío de la diferencia", ya que eso es lo que destaca en tu entrada. La defensa de esas características que nos hacen ser únicos e irrepetibles.
    Un fuerte abrazo.

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  14. eres ya un agüelo con todas las de la ley, alfredo...y si alguien te dice lo contrario, les dices que conoces a un tipo apellidado calleja, que rima con moraleja, amén que de segundo es morán, es decir, casi casi moraleja...les dices que les puedo decir de la moraleja de ser agüelo: que se aprenden cuentos con eso, con moraleja pa contar al precioso nieto.
    medio beso.

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  15. Un cuento con una enseñanza, a veces ser diferente es simplemente ser uno mismo y aceptarse...
    Precioso, ya sabes a quien se lo voy a leer, ¿no?

    Besos

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  16. Decian que en la diferencia está el gusto, si todos fuesemos iguales !la que se iba a armar! Como siempre Alfredo un disfrute total, elefante incluido.
    Besos muchos.

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