¿Where's Alfred? (III)

Lo que busco es un sitio tranquilo, algo que seguramente al viajero presuroso y ávido de espectáculo le pase desapercibido, me enamoro de cuanto crece al aire libre, en eso estaba pensando cuando le leí al poeta: “lo más vulgar, próximo y simple, eso soy yo” y pensando en ello seguí, no me canso de caminar y descansar en este esplendoroso espacio verde al que he empezado a tomarle cariño. Es inevitable trazar similitudes con su hermano mayor, pues ambos fueron concebidos por los mismos padres y en ambos casos surgía la necesidad de no renunciar al contacto con la naturaleza, ofreciendo además una y mil maneras de ocupar el espacio y el tiempo de ocio.

237 hectáreas, con sus alrededores de calles abiertas sin rascacielos perímetro libre por el que otear más allá de los árboles, circunstancia esta que también te enseña a mirar hacia arriba, pues cientos de aves migratorias eligen el parque para reposar de su viaje por el Atlántico. En esta época del año el frío ha quemado la hierba y su color seco y amarillo nos recuerda otro momento del año con mas de 5.000 rosas de diferentes especies, un edén botánico que además se acompaña con un fondo musical en el periodo estival “June is Rose Month” y tumbado en esa hierba seca y amarilla resuenan como auras esparcidas las voces del matrimonio Alagna. ¿Concebiría en él, alguna de sus “Hojas de hierba” el poeta más influyente e innovador de América del Norte? Yo había acudido a esta magnifica isla de Flores y Música, justo en el momento en el que las Flores invernaban y la Música era pasado y futuro, había acudido allí como punto de partida de un guión escrito hacía meses y quedé paralizado, ¿serían los fantasmas de Auster o Whitman? o ¿quizás los de Capote, Marilyn o Mailer?

Seguro que sabéis por donde estoy paseando.