Este jueves, relato: Relojes
Apunta el día cuando salgo del hotel.
Las calles
aún están vacías. Mi primer objetivo es comprar un reloj en el centro Apple de
la Quinta Avenida. Una hora más tarde, después de traspasar datos, configurar y
agendar contactos, comienza mi aventura por la ciudad más frenética del mundo: «Ride the Wave» —«Cabalgar en la cresta
de la Ola»—.
Estreno
reloj, un Apple Watch Nike de color gris mar revuelto. Una y otra vez me
pregunto cuánto de verdad tendrán las excelencias que el empleado ha argumentado
en su venta.
9:00h. La
alarma me avisa con una agradable vibración en mi muñeca mientras suena Cecilia
Krull dibujando en el fondo de la minúscula pantalla un bello y endiablado
cielo rojo. La sugerencia digital empieza con una visita a la primera planta del
Time Warner Center, la diminuta pantalla confirma una reserva para un completo desayuno
en Dean & DeLuca. A la salida paga Apple, o al menos lo parece.
10:30h. Con la manga de mi camisa escondiendo —a propósito— el recién estrenado reloj, ando
en dirección al corazón de la ciudad: la estación de metro situada en los bajos
del rascacielos. Miro de reojo la pantalla que delata: «New York. Parcialmente
nublado. 20º, Máxima 22º, Mínima 13º.» A continuación, un enjambre de líneas de
diferentes colores dibuja en la pantalla destacando cuál es la que me llevará a
Brooklyn.
12:30h. Regreso
a pie cruzando el famoso puente, gozando las espectaculares panorámicas de la
ciudad a través de los mil metros de tarima de teca —información que me da mi
nuevo reloj—, deliberadamente, decido olvidarlo por unos minutos.
13:00h. Es
la hora del aperitivo, levanto el puño de mi camisa y lanzo una pregunta a la
muñeca; me contesta con una fracción de mapa que: a un par de manzanas, está
Gallagher’s,
frecuentado por mitómanos, en busca de huellas de personajes universales —Pacino,
Capote, Marilyn y… Hemingway, por supuesto—. Aprovecho y me regalo un Dry
Martini.
17:00h. En
la pantalla, mi pulso es correcto, mis pasos los convenientes y la alarma
parpadea de nuevo, esta vez con un tema de Billy Holiday sobre un firmamento estrellado.
Mi reserva está confirmada para el acceso al Majestic Theatre. Curioso busco mi
ubicación con el fin de obtener una información más detallada del sitio. El Fantasma
de la Ópera me espera con las inolvidables melodías de Andrew Lloyd Webber.
20:00h.
Busco en las entrañas de mi Apple el código de regreso y allí mismo, a la
salida del teatro, me espera el taxi. Por el camino ordeno un menú al servicio
de habitaciones.
24:00h. Con
sutileza, llenando la pantalla de cirros y estratos, mi nuevo Pepe Grillo me
recuerda, a ritmo de nana, que es la hora de acostarse.
Buenas noches,
Apple Watch Nike… hasta mañana.
Más sobre relojes y otros utensilios de medir el tiempo en casa de Mónica
Increible! todo el avance de la nueva tecnología empuñado en un reloj! maravilloso! es de esperar que los números y letras sean aptos para chicatos jajaa...si no, voy perdida jajaja Un abrazo y muchas gracias por participar, Alfredo
ResponderEliminarEse reloj es un verdadera wikipedia ajajja lo sabe todo . Una muy buena inversión jajja, Un abrazo Alfredo
ResponderEliminarQue lindo sería tener uno de esos eh... me gustó esa referencia a Pepe Grillo ja, define muy bien el sentido del artefacto.... saludos
ResponderEliminarvaya. no tienes mucho margen de maniobra. si realmente estaba todo pagado, no quiero saber el precio del artefacto
ResponderEliminarSaludos Alfredo
Todo cronometrado y en horario puntillosamente detallado, digno de una bitácora de a bordo.
ResponderEliminarUn abrazo, Alfredo
No hay duda de que es un Pepe Grillo adaptado a esta nueva era de la tecnología; y no está mal para usarlo “de vez en cuando”, pero, aunque vaya a contra corriente, confieso que soy más de aquel Pepito Grillo, con bombín y paraguas en mano (por si acaso), que ponía en marcha el engranaje de la mente...
ResponderEliminarBuena aportación, Alfredo. Actual y metódico.
Un abrazo, y feliz tarde.
Un reloj perfecto, que me da un poco de miedo. Saber que una maquina me controla cada segundo es algo que me descontrola a mí. El ritmo de tu relato me ha parecido trepidante. Enhorabuena porque escribes genial, amigo Alfredo.
ResponderEliminarBesos
Le falta mantener una conversación contigo y estamos listos jeje
ResponderEliminarSiempre sorprendiendo.
Un abrazo :)
Maravillas de la técnica que pueden hacernos la vida más fácil o esclavizarnos, cuando no idiotizarnos, bajo su dominio absoluto.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Alfredo.
Un reloj que hace las delicias de los más exigentes.... qué bueno!
ResponderEliminarYo quiero uno que viva por mí de 8 a 15, hasta que me levante... :)
Un abrazo
Yo tengo un reloj de esos. Pero no le hago mucho caso , tu protagonista esta pendiente de el.
ResponderEliminarA mi lo que mas me gusta es que cuando me llaman al móvil vibra en mi muñeca y me entero que me están llamando ja ja ja.
Besos.
Se supone que una maravilla así te facilita la vida, lastima que yo soy más de improvisación. Pero ha sido increíble el paseo que nos has dado por New York. Besos.
ResponderEliminarNo se si me gustaría tener al relojito recordándome cada x tiempo que tengo que hacer... Aunque reconozco que para organizar la agenda del trabajo, estaría bien.
ResponderEliminarBss.
Que molesto puede ser ese Pepe Grillo digital.
ResponderEliminarSaludos.
Un reloj maravilloso. Muy bien texto.
ResponderEliminarUn abrazo