Este jueves, relato. Cierre de convocatoria
Finalizamos la convocatoria de relatos correspondiente al jueves 13 de febrero: «Sucedió en el bus» y damos paso a la conducción para este próximo jueves a nuestro amigo Juan Carlos [¿Y qué te cuento?] al que le deseamos una feliz conducción. Gracias a todos los participantes.
Os dejo un segundo relato que no quise que se quedara en el tintero. Espero que os guste como un «hasta pronto»:
Título: «Mi paseo diario»
Ocupo
mi asiento y quedo sumido en la más total de las abstracciones. Sentado,
impaciente con vecinos impacientes. Fiel a la espera, con la mente perdida y los
ojos distraídos en piruetas ajenas espero el paso del tiempo.
Mi único hábito es sobrevivir cada día subido en un bus
de la EMT para viajar por este, mi mundo. Porque, la obsesión con
los viajes por la ciudad no es un hábito, es algo más, casi todo lo demás, es mi
vida. Mi pose es la de un apacible observador. Es la cara de la gente que observo
en paz, pero sin beatitud. Capaz de vivir la soledad intensamente, sin llegar a
pensar en nada. Detenido en el asiento desde
donde veo pasar, dentro, a los viajeros que esperan o apuran su bajada, y
fuera, el paso de la ciudad.
Casi a diario subo al bus descubriendo lugares que me parecen nuevos. Me acosan en la mente las visualizaciones, repetidas cientos de veces,
de las mismas calles, avenidas y plazas.
Asomado a la ventanilla me dejo llevar y de forma aleatoria elijo los transbordos para regresar a las tres o cuatro horas, puntual, a la comida del mediodía. A veces paso las horas dando paseos en direcciones por completo arbitrarias y en cada una de ellas utilizo, regularmente, el mismo bus de regreso al punto de partida.
Asomado a la ventanilla me dejo llevar y de forma aleatoria elijo los transbordos para regresar a las tres o cuatro horas, puntual, a la comida del mediodía. A veces paso las horas dando paseos en direcciones por completo arbitrarias y en cada una de ellas utilizo, regularmente, el mismo bus de regreso al punto de partida.
La fortuna me acompaña, y el bus —el que sea— pasa una y
otra vez por las mismas avenidas o plazas, como si viajase describiendo un
círculo alrededor de un objetivo concreto.
No me importa repetir itinerarios. Improviso, cambio de
uno a otro hasta que los conozca a la perfección. Veo desde las ventanillas
todo lo que espero ver. Recorridos curiosos descubriendo edificios que pasan
fugaces delante de mí hasta que se pierden a mis espaldas. Direcciones por
completo casuales, y en cada una de ellas acabo sorprendiéndome de adónde he
ido a parar, cambiando con precisión al bus de vuelta para, en sentido
contrario, al fin, regresar a casa donde me espera la recompensa: La paz por el
paseo ilustrado.
Felicitaciones por este espectacular cierre muy acordé a la propuesta que nos has hecho ésta semana, muchas gracias por el tiempo y la dedicación que le has puesto. Nos vemos en lo de Juan Carlos. Un abrazo
ResponderEliminarSin duda nos has dejado un broche especial de tu cierre de convocatoria ..lk pasear en bus tiene su encanto , ves cosas y observamos objetos que tal vez andando ni los ves , y sin duda es una manera de pasar el tiempo viajando a través de los demás , porque los ves reflejado en sus caras.
ResponderEliminarGracias y feliz domingo.
Un cierre espectacular. Un paseo que me recuerda al metro de París, con Cortázar. Dejar que el azar nos lleve, para, en las horas del paseo, sin caminar, vivir lo que nos depara la vista y el bus.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por ser un buen anfitrión. Un abrazo
Muy buen cierre, Alfredo, y muy buena la participación, así como tus textos.
ResponderEliminarHa sido un placer haber participado y compartido una vez más este jueves con todos.
Un beso enorme y nos vemos en breve.