Este jueves, relato: Olvidar
Con el mando en
la mano jugué a buscar el canal de los colores. Sin pretenderlo
acerté con mi momento preferido. Me abandoné en el fondo de mi butaca y con los
ojos vidriosos pude leer entre triángulos verdes: «¡Es primavera en el Corte
Inglés!». Juré, por la Virgen del Olvido que estaba viendo esos anuncios por
enésima vez. Intenté escribir
sobre ellos pero no recordaba nada.
En ese momento, frente a esa hoja en
blanco, solo había una cosa más en blanco todavía: mi mente. Y en esa
transición me preguntaba: ¿Por qué tengo esta página abierta? lo último que
veo sobre este fondo vacío es un baile, pero dónde, con quién, además… ¿qué día
es hoy... jueves?
La imagen en
blanco y negro de un cantante de color apareció durante unos segundos, los
justos para tararear «Mujer, si puedes tú con Dios hablar...» y desapareció sin
continuar.
Apagué la pantalla pero la imaginación seguía
ausente. Los botones del mando, insolentes, me miraban mal. No lo iba a consentir y, sin pensarlo dos veces, les grité:
—¡Dejadme en
paz! Necesito salir al corral y dar de comer a los animales, están sin el grano
desde ayer.
—Matías, estamos
en la capital, aquí no tenemos animales —replicó paciente, desde el otro
extremo del salón, Mª Luisa, mi mujer.
—¿Capital? ¡Qué
capital, ni qué niño muerto! ¡Dejadme salir!
—Mira, asómate y
verás dónde estamos —insistió de nuevo señalándome con la palma de la mano la
ventana.
—¡Me cago en diez! Y
ese... —señalé hacia la calle—, ese,
¿no es el pastor? ¡Felipe! —le grité.
—No papá, Felipe ya murió; además no
estamos en el pueblo.
—Que sí... ¡Es Felipe!
—Papá,
no grites, que te van a oír los vecinos —me recriminaron desde el fondo de la
sala.
—Y
tú, ¿quién eres?
—Soy
Rosario, tu hija, papá.
Miré
por la ventana y recordé por un instante las primaveras olvidadas.
(Fragmento de mi próxima novela «A veinte palmos del suelo»)
Tremendo, da pánico sólo pensarlo.
ResponderEliminarUna triste realidad de ahora mismo. Terrible tu Relato, amigo Alfredo.
ResponderEliminarUn saludo cordial y cariñoso.
Al tema de la cruda enfermedad del olvido le agregas la contundencia del relato en primera persona. Ese punto de vista narrativo logra conmover mucho más. Un abrazo
ResponderEliminarAlgo que ya parece habitual al ir cumpliendo años, pero que entristece. Aunque entre ver el famoso triángulo y las gallinitas... no sé que es peor...
ResponderEliminarMuy bueno como siempre
Saludos
Mª Luisa (no soy tu mujer)
La memoria del padre olvidad nos hace recordar todos los momentos vividos con él y sin embargo a él no recuerda nada ..pero hay algo que siempre le traerá bellos momentos y esos serán los abrazos y besos que se les den.
ResponderEliminarUn saludo feliz semana.
Terrible! Impecable y duro relato. Me ha impactado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es terrible, yo pienso mucho en esa enfermedad. Lo has descrito tan real, que da miedo solo de pensarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
El olvido ha sido mencionado en algún jueves pasado, como un miedo intenso.
ResponderEliminarSaludos.
Desconcertante pasaje de esa futura novela que pienso leer. Ese tipo d olvido, me asusta, sobretodo ahora que ya voy cumpliendo años. Gracias por participar. Un beso
ResponderEliminarSi, en ese trozo de relato , se encuntra una realidad, que no muchos quieren aceptar y que les cuesta demasiado manejar, pero solo el amor y la paciencia dia a dia haran recobrar a ratos a aquella triste memoria olvidada
ResponderEliminar¡Hola! Un olvido que asusta, que te pierde y pareciera llegar a un punto donde no hay retorno. Intenso relato.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Uf!!! Alfredo aún se me hace muy cercana esta historia, bueno no esta, pero otra muy similar y aún sigue doliendo.
ResponderEliminarBesos (ya espero ese libro)