Este jueves, relato: El Jardín
(Fragmento de una novela en la que estoy trabajando)
Alex no había llegado a conocer del todo aquella
mansión. Se movía en espacios concretos: el salón, el dormitorio, la cocina, y
el hall que le llevaba al exterior. Ese inmenso jardín poblado y cuidado hasta
la exageración. Las avenidas de rodeno, salvaban los desniveles con traviesas
de raíl que lucían su autenticidad, mostrando las heridas sin tapar de sus
viejos anclajes. Los grupos de árboles se sucedían en una secuencia que los reagrupaba aleatoriamente. No sucedía lo mismo con las plantas que jugaban
ordenadas en parcelas por especies, dibujando círculos y espirales que se
perdían en grupos, sólo interrumpidos por las aceras de piedra.
En una
perspectiva a ras de suelo se mezclaban orquídeas con jazmines, adelfas con
hortensias y rosas con alegrías. El césped y la tierra, común denominador de
tanto color, matizaban los encuentros como si del espacio escénico de un teatro
se tratase.
Alex y Silvia lo frecuentaban a menudo, a
veces con la podadora y el cubo en la mano, y otras, sólo para pasearlo. Sus
caminatas estaban llenas de pausas. Se distraían, absortos en tal cantidad y
variedad de color.
Alcanzaron unos bancos de madera listonada,
al abrigo de una pérgola cubierta con estructura de madera, del mismo tipo que
la de los bancos, y con una espectacular tesela en el centro que simulaba una
rosa de los vientos. Se sentaron con la mirada perdida en la tranquilidad de
aquel aromático lugar.
-Apetece quedarse en este punto y que sea el
día el que te eche.
-Somos dueños de nuestro tiempo.
–Respondió Silvia, descalzándose- Nadie nos manda, estar aquí sentados, con los
pies desnudos en el césped y el olor del mar tan cerca es reparador.
-¿Quieres
que te traiga algo de beber? –Le preguntó Alex.
-No,
en este momento no quiero que hagamos nada, solo estar. Sólo mirar fijamente
tanta belleza y soñar despiertos.
Nada había peor que perder a Silvia, por eso
para asegurarse de que aquello no era un sueño, Alex, alargó su mano y acarició
la de ella dejándola quieta, convenciéndose de que esa realidad con textura de
piel tibia y sedosa, era la única verdad por la que merecía la pena morir.
El "dolce far niente" al que estamos tan poco acostumbrados.
ResponderEliminarMe parece precioso, lo haces vivir... Lo describes tan sumamente bien... que se ve con claridad y se envidia a Silvia.
ResponderEliminarDan ganas de sentarse en el y soñar.
Muchos besos
Te has marcado una descipción, perfecta, como simpre.
ResponderEliminarPero hoy has aderezado el pastel con un mucho de romanticismo,
lo que nunca viene mal ni esta de más. Saludos.
Una mujer que parece un sueño, un buen principio para una novela.
ResponderEliminarEsos momentos de silencio se agradecen, y sobre todo si es para observar tanta belleza, natural y humana.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces, solo con estar es suficiente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espectacular la descripción que has hecho del jardín! Un momento especial para disfrutar simplemente de estar y sentir. El fragmento es precioso, seguro que la novela también. Nos vemos! Un beso
ResponderEliminarPreciosa la descripción del jardín y del sosiego que ese momento inspira en los protagonistas. Magnífico ese rozar de la mano por el que valía la pena dejarse morir.
ResponderEliminarUn abrazo
"sólo estar"... qué mejor manera de plantear la no necesidad de nada más, dando fe de estar al borde de la felicidad perfecta.
ResponderEliminar¿Así que esbozando una novela?... te felicito por el arrojo y la constancia. No me reconozco capaz!
=)
Un abrazo