Este jueves, relato. "Un lugar en el mundo"
El lugar que me ha elegido, es un pueblecito de La Mancha.
Dos pequeños núcleos de población enlazados por una larga
calle que distancia lo suficiente como para que cada uno de ellos crezca con
personalidad e iglesia propia.
Las Casas de Arriba y las Casas de Abajo, están separadas,
(o unidas, según se mire) por la calle Mayor, con una sola línea de casas a
ambos lados, que terminó por llamarse las Casillas.
Pero todo el pueblo huele igual, sus gentes hablan y visten
igual, incluso la mayoría piensa igual.
Por sus calles, especialmente las de Casas de Abajo, he
pasado meses de verano, perdiéndome casi desnudo entre eras para trillar el
trigo y balsas de regadío para refrescar mi desnudez.
Es un pueblo de mulas y moscas, las mulas tienen nombre, las
moscas no, al menos que yo sepa. He tocado, primero con miedo, luego con
fruición el lomo de la roja “Colorada” el morro de la negra “Mora” o las patas
de la parda “Lucera”
En sus plazas, al anochecer corrí por primera vez detrás de
una chica y por primera vez la alcancé.
Los domingos, mudado hasta las cejas, me refugiaba en el
interior de la Iglesia, disfrutando de las frescas temperaturas que
garantizaban los antiguos y gruesos muros de mampostería y, para alargar más mi
estancia, hacía turno para confesar inconfesables pecados sobre no recuerdo qué
mandamientos.
El trigo, en espiga y grano, las uvas, blancas y negras. El
pan en orza, para cortar a llescas, untado con aceite y magro por la mañana o
con moscatel y azúcar por la tarde.
Y esa calle... la de El Arenal, al final del pueblo con su
visión misteriosa del principio del monte. El camino de arena que empezaba en
la última casa y terminaba junto a las viñas escondidas entre lomas.
Ese lugar, como tantos otros perdido en el Mundo, me enseño
a oler, a tocar, a esperar... Y ahora, volver me da miedo, ¿qué quedará después
de 50 años de modernidad?
Caray, seguramente España hace 50 años estaba plagada de Casas de Arriba y Casas de Abajo...
ResponderEliminarPorque reconozco cada rincón de los que hablas, he paseado por la calle Mayor, también me he bañado en las balsas de aguas frias.
Conozco a Calorada, Mora y Lucera. ¿Te has olvidado del mulo Careto?
Bueno, yo fui también muy mudada a alguna verbena, con mi novio y luego a pasear a la carretera; Eso sí, con compaíia...pero claro, es que yo soy chica.
¿Sabes? Volví después de muchos años y creí que me había perdido.
Había un MCDonalds en un local en los soportales de la Plaza, un par de discotecas, muchas motos ruidosas, tractores, mulas mecánicas... Las casas de cerca de la bajada al río, las han tirado y está lleno de adosados iguales. En el viejo campo de fútbol, dónde se llevaba uno la silla, igual que al cine de verano, hay un polideportivo.
Si no fuera por la fuente de la Plaza y el Ayuntamiento, no estaría segura ni de haber estado allí.
Pero, ¿ sabes lo que más me sorprendió?
No vi a niños jugando por la calle, ni bañándose en el río... Las puertas de las casas están cerradas, la de la Iglesia también y el sereno ya no dá las horas...
Besitos.
Probablemene, ojalá te lo deseo ese misterio, la espectaición ansiosa que leer a propósito de esa ýltima calle a mí me crea.
ResponderEliminarMa ha gustado mucho.
Tésalo
Creo que tu inspiracion surge en esa etapa de vida efervecente como ninguna.No hay detalle que se te escape y que no halla quedado marcado,por algo serà.
ResponderEliminarEn la decision no te puedo ayudar aunque puedo colocarme en tus zapatos.
relato entrañable y calidoscopico,si se me permite.
saludazos
Qué ganas de estar por allí!...conociendo en primera persona los rincones que nos cuentas y las mulas que nos nombras! (las moscas no, que no las aguanto! jejeje)
ResponderEliminarSin duda siempre llevarás adentro ese lugar que permanecerá inmutable, -para vos al menos- en tu memoria.
Un abrazo.
Me supe perder en ese lugar, y encontrarme. Tu relato le agrega un plus y una historia que junto con sus olores y sensaciones, reavivan las fotos que por ahí quedan como testigo de un lugar maravilloso.
ResponderEliminarEntrañable, intimo, agradable relato de jueves, como para "tirar" el resto de la semana!!!
besos.
Es que los orígenes de uno tiran mucho, y aunque llevemos años sin ir, tendemos a regresar, Tienes razón, los olores y los sabores son muy importantes en nuestra infancia y adolescencia, y es algo que no se olvida nunca, incluso si cierras los ojos te viene esa olor a pan recien hecho, untado con moscatel y azucar.
ResponderEliminarTal vez ese lugar en el mundo, sea donde hemos estado de niños que es el más nos ha marcado.
Me ha gustado tu relato
Un abrazo
Describes Alfredo un lugar que bien podría ser el pueblo de mis padres,los recuerdos vividos y contados por los que lo habitaron, la vida sencilla y tranquila, el sabor de lo natural, el descubrir de sentimientos de sensaciones recien desccubiertas.
ResponderEliminarMe ha encantado este Casas Arriba y Casas Abajo.
Un abrazo.
Tu lo cuentas y yo cierro los ojos y veo, huelo, siento mi pueblecito del sur donde naci al que vuelvo no tantas veces como quisiera y tienes razon, la vida pasa y arrasa y nada es como era, mas que en nuestros recuerdos.
ResponderEliminarUn beso
Todo va cambiando con el paso de los años. Incluso nosotros mismos. ¿O no hacemos un gran esfuerzo cada día para "reciclarnos"?
ResponderEliminarLo importante realmente son los buenos recuerdos que vamos guardando en el corazón y de los que hemos sido protagonistas.
Un abrazo.
Maat
yo creo que los lugares, a pesar de los cambios de la modernidad...siguen sintiéndose únicos y nuestros en la medida que lo conocemos... pero después de tanto tiempo, esa ciudad ya no nos tiene como siempre... también nosotros vivimos en rechazo de visitas... el reencuentro, igual siempre es feliz... y esa ciudad nos pide a gritos volver a irnos, para extrañarla en la distancia... simplemente genial!
ResponderEliminarMe gustan tus imagenes, y mas me gusta que haya podido yo dar con ellas (a traves de tu relato claro)
ResponderEliminarTe mando un abrazo Alfredo
MI querido Alfredo ¡qué timepo! me recuerda a ese anuncio en el que los de villaverde de arriba y los de abajo, limpiaban unas asquerosas paelleras, unos con Fairy y otros no, claro...jajaja
ResponderEliminarBromas a parte me he sentido niña leyendote porque he disfrutado en pueblos parecidos a ese que nos retratas y se de lo que hablas.
Un besazo playero
Hola Alfredo:
ResponderEliminarQué infancias mas parecidas hemos tenido.
Yo nací en "las casas de abajo" de un pequeño núcleo de población que junto con "las casas de arriba" conforman el paraje de "Los Guerreros" en Fuente-Alamo, Murcia.
Las mulas de mi abuela se llamaban "Capitana" y "Coronela" y cuando mejor lo pasaba era cuando mi padre me subía en el trillo y dábamos vueltas en la era. También me he bañado balsas de riego.
En fin, ha sido emocionante reencontrarme con tantas imágenes de mi niñez y te doy las gracias.
Un abrazo.
Quieres que lo califique?
ResponderEliminarD-e-l-i-c-i-o-s-o. Me ha encantado este relato. La verdad es que tal como lo has hecho podías hablar de cualquier cosa, que me habría gustado; pero me encantó conocer Casas Altas y Casas Bajas.
Un abrazo.
Oye, habría que ir, a ver si le han puesto nombre a las moscas ...
Otro abrazo.