Ese jueves, relato: Pascua
De Pascua a Pascua
Pascua de 1920
Estas, para Mr. Thompson,
no eran unas vacaciones cualquiera. Estas le daban el tiempo que habitualmente
no tenía para investigar en profundidad.
Mr Thompson tenía 12 años. Su verdadero nombre era Julio —Julito para sus amigos—, lo de Mr.
Thompson lo había cogido prestado de un personaje de novela, malo, muy malo,
que cada noche oía en la radio de su casa.
En estas —de Pascuas
estamos hablando—, su tiempo libre, que era mucho, se centraba en averiguar el
nombre de la hija del boticario por la que, Julio o Julito —para los amigos— o Mr.
Thompson —cuando oía la radio—, bebía los vientos.
—¡Blanca! Se llama Blanca —le
dijo su amigo Luis.
—¡Y tú! ¿Cómo lo sabes? —dijo
con cierta envidia y ansiedad
—Mi madre y la suya son
amigas —le contestó.
—Y… ¿has estado con ella?
—aumentó su envidia y ansiedad.
—Sí, ayer cené en su casa
—le dijo Luis, y añadió— Por cierto creo que le gusto
Pascua de 1939
Nunca llegué a imaginar
cuánto mediría aquella trinchera: ¿quinientos, seiscientos, setecientos metros?
Puede que llegase al kilómetro. Metro y medio de ancho por dos de profundidad.
La singular orografía de
esa ladera impedía ver con precisión el principio y final de aquel inacabable
foso. Ese que, durante no se sabe cuántos días, iba a ser una residencia
compartida.
Luis y yo habíamos sido
destinados a esa parte del frente en la ladera de una loma próxima a los
límites entre Belchite y Codo. Me preguntaba qué destino caprichoso nos unía en
la vida para compartir con él todo lo transcendente. Todo, menos una cosa, él
se casó con Blanca
Yo también tenía mis
planes y lo odié por ello
La mañana nos recibió,
atrincherados todavía, con un infierno de sirenas, resplandores y explosiones
que intuíamos en la otra parte de la loma. Miraba a Luis en silencio y pensaba
en Blanca. Uno de nosotros dos sobraba.
—Esto es un caos. Aquí se
respira la muerte ¿No lo ves? —Le miré a
los ojos e insistí— Está tras esa loma y viene directa hacia nosotros.
La hierba de la ladera huele a podrido. Unos segundos de silencio. Las sombras dejaron de serlo y sus balas nos superaban sin pedir permiso.
La hierba de la ladera huele a podrido. Unos segundos de silencio. Las sombras dejaron de serlo y sus balas nos superaban sin pedir permiso.
Los primeros caídos.
Una granada alemana en el
centro de la fosa.
La primera sangre.
Mi última locura.
Envuelto
en una nube de cenizas y humo vi a Luis vivo, protegiéndose de todo aquello.
Puse el cañón de mi fusil en su nuca y vacié el cargador.
Hola Alfredo: tu historia me parece un poco exagerada e inhumana. Morir matando, la llamaria yo. Porque nada tiene que ver con la Semana Santa. Quizás sea éste un tema un poco gastado.
ResponderEliminarDisculpa si he sido demasiado franca. Un abrazo.
Original lo que fijarte en dos fechas distintas.Besos
ResponderEliminarJolines me has dejado pasmada....pues no se yo como seria la tal Blanca pero tanto como para tirar por la borda una amistad....muy bien escrito, besos.
ResponderEliminarUn comienzo de novela muy interesante , donde la amistad no respeta cuando se enfrenta al amor ... aunque que venganza más cruel .
ResponderEliminarMuy buen escrito .
Un abrazo.
Me ha gustado el relato porque me ha roto todos los esquemas. El principal componente la envidia de Julio, y así termina de mal la historia, traicionando la amistad. También está la venganza... Tú me l ahaces, tú me la pagas...
ResponderEliminarIntento ver la Pascua, la primera parte podría ser: Me has hecho la pascua.
La segunda parte podría ser: Ahora te mato y santas pascuas. O... la liberación de Julito.
Un beso.
La realidad, Alfredo, porque no importan las fechas si tenemos el corazón ennegrecido.
ResponderEliminarUn beso
Imagino que en una trinchera, con un arma en la mano, el miedo y los celos rondando la cabeza, no cabía otra solución aunque fuera Pascua.
ResponderEliminarJulio de convirtió en Judas.
Algunos instintos solo necesitan una oportunidad para salir a flote.
Gracias por participar.
Abrazos querido amigo.
Fuerte, rotundo, directo, así veo este texto. La historia terrible, pero la vida lo es en tantas ocasiones...y como dice Lucía siempre ha habído y habrá un personaje que represente a Judas.
ResponderEliminarBesos.
Terrible historia que nos dejas, cuando en el desvarío de la guerra y los celos la maldad asoma sin criterio ni pudor, pensando que así se allanará el camino de lo que se sueña, pero, seguro, no será el futuro que le espera como el que desearía.
ResponderEliminarun abrazo
Guao. ¡Con amigos así, sobran los enemigos! Una pena que haya personas de verdad tan envidiosas y, no solo eso, sin ninguna clase de empatía hacia el otro.
ResponderEliminarGenial aporte.
Besos jueveros
¡Qué final más fuerte! No me lo esperaba, pero la guerra saca nuestros peores instintos.
ResponderEliminarUn abrazo. Te he puesto en facebooch un comentario de tu libro, me ha gustado mucho.
Que triste historia, me a dejado una sensación de tristeza
ResponderEliminarLa maldad es algo consustancial con el ser humano. Se nos mostró patente en la muerte de Jesús, un buen hombre, y tú nos la muestras con el asesinato de Luís, seguramente otro buen hombre. Dos ejemplos de algo excesivamente cotidiano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me ha gustado mucho Alfredo. Terrible final para el segundo episodio que se precipita, como cuando lo hace la locura. ¿Habrá una tercera Pascua? Un abrazo
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