Este jueves, relato: Cartas, cartas, cartas...
En
el desván de su abuelo, Alex, encontró un disco de jazz, dos cuentos de Gloria
Fuertes, unas botas de fútbol con la puntera pelada y un hatillo de cartas.
Un
día, el abuelo, serio y circunspecto le prometió: «Todo esto será para ti» y como
si le hubiera hecho el regalo de su vida, Alex cerró el viejo baúl de
roble americano.
El
Abuelo murió y aquella promesa revoloteaba como una bandada de palomas sobre la
tapa malherida del carcomido baúl. Entre cuentos y tebeos, asomaron unos sobres amarillentos. Uno de
ellos, con el sello robado, contenía una cuartilla manchada con una
estilográfica de la época:
«Madrid,
7 de octubre de 1963… Querido Alfredo: Encantadora me parece la carta que
recibí hace apenas unas horas. Desde este verano presentía una especial amistad
entre nosotros, pero hasta leer tu escrito no he sentido lo que realmente
significas para mí. Contesto a vuelta de correo, nerviosa, ilusionada, feliz
y con un lío en mi cabeza tan grande que…»
Asomó
otro, azul pálido, con los cantos erosionados por la historia, folios de letra
atropellada con trazos juveniles de un bolígrafo de colores:
«Valencia,
13 de julio de 1960… Hoy te he visto pasar por delante de casa, regresabas del colegio.
Espero todas las tardes que bajes del tranvía. Te acompaño con la mirada hasta
perderte en mitad de la calle. Deseo que llegue el domingo y que juguemos a… »
De
aquel manojo de recuerdos con aromas confundidos y aspecto apolillado cayó uno
cuadrado, nuevo, blanco, con un círculo en el centro que reconocí de inmediato. Abrí el único archivo de Word que contenía y leí:
«París, 9 de enero de 2008… A veces
me gustaría morirme, de tan bien, de tan plena, de tan respirar hondo y sentir
que el aire entra en los rincones de mi cuerpo y de mi mente, aún en los más
oscuros y recónditos. Puedo fabricar ese sueño que me mantiene con los ojos mirando al techo en la obscuridad horas y horas con el solo anhelo de...»
Verdes hoja seca, rojos
desvaídos, blancos sepias, los sobres se sucedían uno tras otro con un suspiro
de amor en su interior. El abuelo, desde el cielo, revoloteaba sobre el rancio
olor de aquel viejo baúl de roble americano.
Hay que ver las cosas que se descubren de los seres más queridos si llega a tu poder algunas de las cartas de su juventud , descubres que esa persona que es tu abuelo , tuvo una vida de plenitud .
ResponderEliminarMe gusto leer tu relato es como entrar en ese desván y ver pasar secuencias vividas por otra persona.
Un saludo feliz día.
Mucha ternura en ese jugueteo del pasado estampado en letras, acurrucado en sobres viejos desde donde se animan a dejar leer su historia. Emotivo tu aporte, Alfredo. Un abrazo grande 😚
ResponderEliminarQué recuerdos... esos descubrimientos más intensos de los que nos rodean, de su yo más real.
ResponderEliminarBss
Y es que hay legados que valen la pena y más si son cartas de amor. Muy bueno tu relato amigo, besos.
ResponderEliminaraquellas cartas bellos recuerdos de puro amor, cada carta un corazón palpitando lleno de ilusión , que maravilla esos hermosos recuerdos
ResponderEliminarTienta tratar de adivinar como seguirian las cartas , muy bueno . Un abrazo
ResponderEliminarEl mejor regalos de nuestros ancestros viene envuelto en los legajos de recuerdos que viven afianzados en nuestra memoria. Si además tenemos la suerte de acceder a los papeles que reflejan el cómo, el cuándo y el dónde construyeron su realidad... Amigo, tu pluna cada vez destila mejores historias. Un abrazo
ResponderEliminarLo mejor del relato es el hallazgo de las cartas y poderlas leer. Lo peor la muerte de su abuelo.
ResponderEliminarTernura y palabras bien organizadas hacen de tu carta una fantástica obra.
Un saludo
Rhodéa Blasón
Esas cartas valen más que cualquier otra cosa que le hubiera dejado.
ResponderEliminarUn abrazo
Tuvo un pasado con emociones, amorosas emociones.
ResponderEliminarEs un buen legado, como los discos y las historietas.
Saludos
Entrañables recuerdos dejados al alcance de esas personitas, nuestros nietos, que tanto amamos y a las que tenemos tanto que decirle. Gracias, Alfredo, por participar. Un beso
ResponderEliminarMuy bien escrito, eso da para una novela..
ResponderEliminarAbrazo de baúl.
¡Hola! ¡Qué sensaciones al descubrir un pasado lleno de recuerdos! Muy bonito.
ResponderEliminar¡Un abrazo!