Este jueves, relato: Juegos de infancia
Juegos en el
barro.
Mi calle era estrecha
y larga. Tenía nombre de heroína y ambas, calle y heroína, fueron testigos de mis
primeros juegos.
Me veo en ella de niño. Descubriendo olores, compartiendo tiempos, haciendo amigos e inventando
enemigos.
Frente a mi
puerta las casas se interrumpían y el sol colaba sus rayos iluminando las
fachadas que iban del 60 al 68. Ese gran solar todavía no robado al campo era
cuartel general de lagartijas, perros, gatos y alguna que otra gallina.
Tengo tres fotos
de aquella calle.
En una de ellas, agachado, lanzo una canica de arcilla marrón
al aire:
Chiva.
Pie-bueno.
Tute.
Matute...
¡Gua!.
Calle de panas y
boinas, delantales y alpargatas. Y barro, mucho barro, que despiadadamente nos
dejaba la lluvia para enfado de mi madre.
Al fondo un solar
donde se interrumpían las casas y mi abuela, con la colada repartida sobre el
confiado arbusto, recibía gratis el sol a través de linos, lanas y
algodones. Yo, con ropa de ensuciar, miraba —que no veía—, mientras me comía
una yesca de pan con aceite y sal.
En otra foto al
grito de: «¡Churro va»! me lanzo sobre las espaldas de Agustín y Federico que,
inclinados, soportan mi embestida:
Churro.
Media-manga.
Mangotero...
¿Cómo se quedó?
Una calle llena
de corazones curiosos, de azulejos de Manises y miles de sueños que nacían y
morían cada año.
En la tercera
foto, sorteando el barro, lanzo con la pala, al aire, el pic lo más lejos que
puedo.
Pues yo te he visto Alfredo, lanzando esa bola de barro, saltando al burro. He visto el sol calarse gratis por entre las fachadas. Te he visto y te he escuchado junto a tus amigos, ahora se juega sí, pero de otra manera.
ResponderEliminarIntento resegrar yo también a este juego de los jueves.
Abrazos cariñosos siempre, con olor a rosas.
La has descrito tan bien que casi te veo y te oigo.
ResponderEliminarMil fotos almacenadas en la memoria selectiva de los momentos felices, la niñez con todos los matices, esos que tu nos cuentas tan bien.
ResponderEliminarUn beso
Tu relato es precioso y muy descriptivo, lo suficiente para ver las tres fotos y a ti. Lo que más me gusta: se trata de un tiempo en que se hacía amigos y los enemigos se inventaban Como dice Serrat: creo que entonces, era felíz
ResponderEliminarUn gusto leerte y esquivar la canica de arcilla marrón. "¡Beso va!"
Qué chulo lo de ropa de ensuciar. Ahora me encuentro muchos niños que me dicen; mi madre me va a reñir porque me he ensuciado. Decididamente. Visca la roba per embrutar
ResponderEliminarAsí eran los juegos entoces. Lo has descrito maravillosamente. Así nos divertaimos sin nada. Al contrario de ahora que con todo, nuestros niños se aburren.
ResponderEliminarUn saludo, camigo.
Impecable, tierno, evocador, emotivo. Un relato que nos transporta con facilidad hasta esa calle que tantos recuerdos te ha sembrado! Gracias por compartirlos.
ResponderEliminarUn abrazo
P.d
qué suerte que conserves esas tres fotos!!!
Un relato muy auténtico que nos ha transportado a aquellos años, donde esos juegos, eran los únicos que teníamos. Muy bien descrito, ni sobra ni falta nada. Y además, las fotos, que para mi son siempre portadoras de recuerdos, la mayoría entrañables. No sabía lo de tu blog. A partir de ahora ya sé que los jueves tengo una cita.
ResponderEliminarHas hecho una descripción magnifica y preciosa de unos años de inocencia y felicidad. Ah! y yo tambien jugaba entre tierra y barro ya que las calles no estaban ni empedradas. Besos.
ResponderEliminarHas puesto el ingrediente principal de los juegos de infancia...sobre todo de aquella tan nuestra... era inevitable no llegar con la ropa sucia luego de permanecer en la calle por horas...pantalones rotos o sucios..franelillas sucias luego de comer alguna fruta o barquilla de helado..o tan solo, polvo o barro por algún revolcón...que tiempos aquellos...en donde el sol era el único proveedor de vitaminas..gracias por compartir tus hermosos recuerdos...besoss
ResponderEliminarMagistral, como siempre es tu escritura. Nos has invitado a pasear por tu niñez, por tu calle y hemos visto esa ropa puesta a solear y tú con tus ropas de ensuciar y tu pan con aceite.
ResponderEliminarUn beso
Me ha gustado la descripción que, a modo de fotografías, has hecho de cada juego. Nos ha hecho visualizar el solar y todo lo que allí acontecía. En mi pueblo lo de las canicas se decía de otra manera, y el segundo era "pico, zorro o zaina"...el tercero no lo conozco.
ResponderEliminarUn beso
Que foto más entrañable. Yo me acuerdo mucho de los niños jugando a las canicas y lo del churro, mediamanga, mangotero también. ¡Qué tiempos aquellos!
ResponderEliminarMuy bien descrito.
Un abrazo
Buenísima descripción, creación, recreación de un pasado. Siempre consigues un retrato muy vivo con tus descripciones; se perciben olores, ruidos... y hasta texturas! Genial Alfredo. Creo que la infancia de aquellos niños era más feliz que la de ahora... No sé, quizás me equivoco. La foto, genial. Un abrazo
ResponderEliminarFotos fijas en nuestra memoria de un tiempo, el de la infancia, en que ser feliz costaba muy poco. Una canica de barro, una espalda sobre la que saltar, Una cuerda y un trompo, una espada de madera, la imaginación desbordante ponía el resto. Trazos impecables que nos han dejado otra foto, la de tu buen hacer y escribir.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Que descripción más bonita y tan bien escrita que da gusto releerla y saborear todas las sensaciones que nos deja...
ResponderEliminarPor cierto, que lo de "mangotero" también se decía en Murcia y por donde vivo ahora me lo "afean" y corrigen porque al parecer era "manga entera"...en fin...que me ha encantado todo tu relato...
Genial tener fotos de aquellos momentos, imágenes exactas de los recurdos que siempre nos quedan.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Me ha encantado el relato, Alfredo. Me ha emocionado la imagen!
ResponderEliminarhe escuchado las voces y las risas. He imaginado los sueños. Gracias por éso!
Precioso. Me ha encantado como lo has narrado. Enganchas desde la primera línea. Me gusta como escribes. Un saludo.
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