Este jueves, relato. Un relato histórico


Convinieron la Boda para Mayo. Eran muchos años de relaciones y el final de la Guerra Civil propiciaba una normalidad aparente. Todavía quedaban temores e incertidumbres, pequeños resquicios por donde cualquier nueva ilusión podía sucumbir a los miedos propios o a los recelos de los demás.
En Valencia, todavía con la secuela de "zona roja" nadie podía estar plenamente tranquilo.

Hubo que conseguir y rellenar muchos "papeles" certificados de buena conducta, partidas de nacimiento, documentos de empadronamiento...
Él lo tuvo fácil, había nacido en la ciudad y pertenecía a una discreta familia de notorias costumbres cristianas.
Lo de ella en cambio, era más difícil, inmigró de niña desde un pueblecito de la Mancha y ante lo inminente de la Boda, pidió al abuelo Máximo que viajara al pueblo para obtener algunos de aquellos tan complicados como necesarios papeles que sólo el cura o el alcalde podían validar.

Máximo, regresó a su pueblo después de muchos años e inició las gestiones en la Iglesia y Ayuntamiento para conseguir los documentos que posibilitarían la boda de Amparo. El pueblo estaba malherido, el enfrentamiento entre hermanos dejaba rastros de desconfianza que no se disimulaban al mirar a los ojos, las victimas de uno y otro bando compartían sangre y apellidos y a partir de ese momento y por muchos años, el odio se instaló en sus corazones.

Alguien comentó en el cuartel de la Guardia Civil, que el "valenciano" había regresado al pueblo. Si, ese bastardo comunista que durante la contienda organizaba el auxilio social en un barrio de la "roja" ciudad levantina. Rápidamente y sin mediar mas explicaciones el abuelo fue encarcelado a la espera de sentencia por republicano y subversivo.

La boda se suspendió y ellos dos se desplazaron al pueblo para interceder por la libertad del abuelo. Alegaron que su labor era humanitaria, que no era un militante activo y que su afiliación a la base del PSOE la obtuvo para desarrollar acciones sindicales en la RENFE donde había trabajado siempre de maquinista.

A veces los enemigos dan más miedo por lo que representan que por lo que son en realidad y Máximo representaba la independencia, la autonomía, la libertad, en un pueblo manchado de odio, que seguramente jamás le perdonó su marcha, y que ahora, alguien de su "familia" se había encargado de remediar.

Un año después Amparo y Alfredo se casaron.
Máximo no pudo asistir, murió a las pocas semanas de su detención en la cárcel de Villarrobledo...

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Comentarios

  1. Los posos de esa guerra civil perduran, se enquistan, se revuelven se avivan odios y se marchitan esperanzas y futuros.
    Alfredo, el tema surje en varios relatos este Jueves, tú evocas raíces y hechos que me suenan, que llevo dentro, que me pertenecen.

    Cuesta matar al gusano que se instala en la mazana podrida, pero rebrota el árbol con la vida nueva.
    !Salve! besitos mirando una fotografía sepia y en ella gentes que vivieron aquello o muy parecido.

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  2. Mas de 50 años han pasado y todavia estamos a vueltas con las dos Españas y sus odios viscerales. Todavía se busca venganza de forma mas o menos encubierta, todavía se intenta abochornar al contrario por haber estado en una u otra parte de la contienda. ¿Cuando maduraremos?, la reconciliación debe acompañarse de la comprensión y el respeto.
    Tu historia, real como la vida misma, a nadie le parecerá desconocida.
    Un abrazo, Alfredo

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  3. Tremendo, Alfredo.

    Cuantísimo rencor, recelo y me atrevo a decir que incultura, poblaba el espíritu de aquellos, ¡muchos! , que se sirvieron del poder para vengarse en personas inocentes de meros fantasmas.

    Somos varios los que hemos elegido este tema de fondo para nuestros relatos. La marca que dejó en la memoria, ya sea propia o ajena, es profunda.

    Un abrazo.

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  4. Lo gordo es que era cierto. Moriría solo y a causa de los malos tratos. Un ratito a base de la imputación envenenada y del insulto; el pecho se ha agitado mucho, alguna hemorragia interna entonces. Y algún trombo en consecuencia.
    Despues, otra ocasión en que habrá vuelto a haber habido acoso.
    La gente muere y las alimañas recobrarían esa serenidad que necesitan.
    ¡Ya no habrá más espumarajos de rabia por su boca!

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  5. Todas las guerras son cruentas y desgarradoras de las historias personales, pero las guerras intestinas, las que se desatan dentro de un mismo pueblo son quizás las más terribles, las que dejan más hondas heridas.
    Un relato muy crudo para aportar a este jueves de historiadores!

    Un abrazo.

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  6. Marco a muchos todo lo que se hizo, y ahora parece que desean revivir de nuevo aquello, terrible que esto vuelva a ocurrir, porque estamos en una plena democracia donde cada cual pueda elegir libremente o no es asi?
    Primavera

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  7. La guerra es tremenda, y deja secuelas difíciles de olvidar, ya ves este pobre hombre, moriría de tristeza y incompresión.
    Un abrazo

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  8. ¡¡Que duro amigo Alfredo!!La guerra en sí, entre hermanos de un mismo pueblo más, los odios los rencores, la guerra sigue por dentro carcomiendo las entrañas de muchos, incluso hoy cincuenta años después. Puede tratarse de una historia real...bueno real está claro que si lo es, me refería a una historia seguramente conocida por ti, la pagina de un diario de quien vivió la postguerra. Un beso amigo, me ha encantado tu recuerdo a lo injusto.

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  9. Alfredo coincidimos en la elección del tema, y es que nuestra historia está ahí. Pero gracias al respeto y comprensión se avanza. Desde la distancia se descubren historias de dolor en las distintas posiciones, posiciones elegidas o impuestas.
    Un abrazo amigo.

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  10. Son trayectos de vida,donde hay confluencias,puntos de inflexion,disyuntivas,verdaderos cruces de caminos que nos exigen un maximo de atencion para que no pasen desapercibidas.Porque en definitiva, son los intimos alimentos para nuestras almas que luego con el pasaje del tiempo lo vamos asimilando de esta manera,desparramando la brea.

    Abrazo

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  11. ¿Bastardo una persona que se dedica a auxiliar, a socorrer a sus semejantes?. Definitivamente la guerra, cualquier guerra, pervierte los valores y saca lo peor de cada uno de nosotros. ¿Alguna vez desaparecerán de nuestros genes esas tendencias hacia comportamientos violentos?
    Nací diez años después del final de la guerra, pero los signos de las dos Españas eran más que patentes.
    Un abrazo.

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  12. No sé muy bien que decirte! Me parece que eso pasa en las sociedades que no sanan, donde no hay una justa reparación. Así vemos que se ha obligado (por decirlo de alguna manera) a convivir unos con otros tragandose los rencores. Pasó en Francia donde los colaboracionistas se cruzaron a diario con los que murieron en la resistencia, los que se enriquecieron con los que se cagaron de hambre, en tu tierra, y aquí tambien por cierto.
    Emotivo relato que evoca tus raices y tu particular momento y tu pedazo de historia.
    Besitos

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  13. Verdaderamente tremendo. Creo que lo dices muy claro, no se le perdonaba haberse ido y haber forjado una vida en Valencia. La Guerra (que mi familia no vivió) fue un momento excelente para muchos envidiosos.
    Buen contraste entre el pueblo manchego y Valencia.
    Resumen: me ha gustado.
    Fuerte abrazo.

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  14. ¡Qué triste! Lleva el relato, mucha realidad. La Guerra Civil nos ha llevado a levantar tantas fronteras en los sentimientos que, aún hoy, seguimos curando las heridas.
    En la gerra nadie gana.
    Un abrazo, amigo.

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  15. Mis padres, son niños de la postguerra, de parejas que se casaron precipitadamente pues se iban al frente... Sus historias, rondan alrededor del hambre, la tuberculosis, del pan negro... Pero siempre en nuestra memoria hay gestos e historias que nos han ido contando de los "dos bandos". Hoy sumo un retazo más a mi memoria, el de la historia que cuentas y sigo sin poder entender el porque de una guerra, y menos que una fraternidad se quede afectada por ella.

    Un abrazo, Alfredo

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