...Otra de romanos



Dedicado a mis amigos Paredes, Parra, Garrigós, Medina, etc. con los que compartí nuestro primer viaje de Fin de Estudios.
Aquella noche del siete de Julio, el Ciudad de Granada nos esperaba en el puerto de Valencia, dispuesto para embarcar y trasladarnos en lo que iba a ser nuestra primera experiencia tras mediterránea, a las 21 horas en punto el viejo barco inició su andadura. Desde unas butacas situadas en la popa superior vivimos inquietos y despiertos toda la noche la lenta y larga travesía que al amanecer, nos dibujó como por arte de magia en el horizonte, las primeras siluetas de la Isla. Caminamos por Palma, en un recorrido turístico típico como era de esperar, en el que no faltaron la compra de postales y las visitas a Iglesias y Catedral.
Dormíamos y comíamos en Masías o Casas propiedad del la familia del Padre Juan, excepto en la Ciudad de Palma que ocupamos las viejas instalaciones de un casi desmantelado antiguo Club de Tenis.
Una semana más tarde, el mismo Ciudad de Granada nos devolvió a Valencia en una travesía similar, menos inquietos y evidentemente más cansados.
Pero en nuestros recuerdos quedarían para siempre como postales virtuales, las playas cristalinas de Formentor, Cala de San Vicente o Deiá, la musical estancia con el consiguiente paseo en barca por el lago en el interior de las cuevas del Drahc, próximas a Porto Cristo, en cuya playa, existía una escollera partida por la mitad, desplazadas las piedras como consecuencia de los grandes temporales en la que se producían unas fuertes corrientes, y que nuestro entrañable compañero Medina se empeño en cruzar a nado, por momentos veíamos que a pesar de su esfuerzo por recuperar el lado opuesto cada vez se adentraba mas en el espacio del mar abierto, ante nuestros gritos, él insistía con una cara de susto tremenda que podía llegar, "si, si, dejarme, que yo puedo," pero lógicamente de inmediato hubo que rescatarlo de aquella situación complicada, supongo que todavía hoy, pensará que podría haber llegado con su propio esfuerzo, pero lo que afortunadamente no sabremos nunca es ¿Hasta donde?, o aquel otro peligroso y aventurado viaje en el descubierto y lento tren que abarrotado de gente comunicaba Soller con su aconchada y bonita Bahía y que por evitar al revisor, saltábamos en marcha de un vagón a otro.
Pueblos como Inca, Pollensa, Alcudía o Valldemosa y noches como aquella en la que dormimos al aire libre, casí pegados a las estrellas, después de rezar un interminable rosario, en el patio superior de un Convento próximo a la Cartuja, "Sublime rosario".

Comentarios

  1. qué hermosas postales, nos regalaste, y por primera vez me hiciste pensar que rezar un rosario puede ser algo sublime.
    Un saludo dominguero desde estas tierras lejanas.

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  2. Que lindo recuerdo, que linda experiencia...de esas que nos acompañará por siempre, verdad?

    Quiero agradecerle produndamente, a pesar de que ya lo hice en su comentario en el "living", por el gesto que tuvo de mandarme su "paquetito".
    Gracias de corazón.

    Un abrazo grande.

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