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A fuego lento. Harry´s Bar - Venecia

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A mediados de 1950, a la condesa Amalia Nani Mocenigo, le recetaron una dieta extravagante a base de carne cruda. Clienta habitual de Harry's Bar de Venecia, le explicó a su dueño Giuseppe Cipriani tal contrariedad, y este, pensando cómo podría hacerle más agradable la comida sacó de la cámara frigorífica un solomillo de buey que fileteó en finísimas láminas. Lo presentó acompañado de limón, aceite de oliva, salsa worcestershire y queso parmesano. El amarillo de la salsa se superponía al rojo intenso de la carne, lo que le recordó las texturas utilizadas por su pintor favorito, el también veneciano Víttore Carpaccio.   No hace falta decir que este bar también lo frecuentó Hemingway                           En mercado: 300 gramos de solomillo de buey, 50 de queso parmesano, 2 cucharadas de aceite de oliva extra virgen, una de zumo de limón, 1 de alcaparras y media de sal. En Cocina:   Se limpia el lomo  quitándole cualquier vestigio de grasa

Diesco, dentro y fuera

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Cubos, paralepípedos, planos en evolución o espacios tensionados son retos a los que a lo largo de su carrera se ha enfrentado el artista. José Ángel Díes Caballero, “Diesco”, visualiza y recrea su obra como una estructura espacial, de manera tal, que el propio espacio se convierte en objeto de creación. Así, el tamaño de su Obra , no es mas que el punto de partida de una resultante que definirá el Gran Formato o la otra Escala . Una escala donde el espectador transgrede el espacio creado y a su voluntad evoluciona y decide estar Dentro o Fuera, siendo cómplice del juego. Diesco nace en Valencia, estudia escultura en la Escuela de San Carlos, es catedrático de Instituto y profesor del Departamento de Escultura de la Facultad de BB. AA. Su Obra es un intento acertado de superación de la clásica simbiosis entre el Arte y la Naturaleza, con la sola herramienta de la abstracción geométrica que se manifiesta como un común denominador de su trabajo.  Escultu

Mujeres de Roma. Isabel Barceló (Uno de los muchos pellizcos).

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Pasear por Roma de la mano de sus «mujeres» es oír, entre susurros, grandes historias de amor; percibir el peligro de innumerables magnicidios; advertir la amenazante presencia de una traición; llorar exhausto de emoción ante un mármol de Carrara que, soberbia y exultante, te reta a vivir; abrigarte de una secuencial llovizna en una cuesta que cambia el agua por gotas de sangre. Porque pasear por Roma acompañado del texto de Isabel Barceló, no es leer en sus páginas ni echar de menos ilustraciones tan gratuitamente necesarias en otros cuentos. Pasear con Mujeres de Roma es oir a su autora, escuchar su ritmo narrativo, admirar y sorprenderse con sus conocimientos…, dejarte llevar y encontrarlo todo donde parece que no hay nada. Isabel habita en todas y cada una de las 450 páginas y su texto está grabado sonoramente en vías, viales, plazas y colinas romanas. Habíamos comido en Suburra 1380, en la plaza del mismo nombre —cocina romana altamente recomendable—.  A dos pasos,

Ese jueves, relato: Pascua

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De Pascua a Pascua Pascua de 1920 Estas, para Mr. Thompson, no eran unas vacaciones cualquiera. Estas le daban el tiempo que habitualmente no tenía para investigar en profundidad. Mr Thompson tenía 12 años. Su verdadero nombre era Julio —Julito para sus amigos—, lo de Mr. Thompson lo había cogido prestado de un personaje de novela, malo, muy malo, que cada noche oía en la radio de su casa. En estas —de Pascuas estamos hablando—, su tiempo libre, que era mucho, se centraba en averiguar el nombre de la hija del boticario por la que, Julio o Julito —para los amigos— o Mr. Thompson —cuando oía la radio—, bebía los vientos. —¡Blanca! Se llama Blanca —le dijo su amigo Luis. —¡Y tú! ¿Cómo lo sabes? —dijo con cierta envidia y ansiedad —Mi madre y la suya son amigas —le contestó. —Y… ¿has estado con ella? —aumentó su envidia y ansiedad. —Sí, ayer cené en su casa —le dijo Luis, y añadió— Por cierto creo que le gusto Pascua de 1939 Nunca llegué a imaginar cuánt

Este jueves, relato: A ti, mujer.

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En casa: Tragó saliva y decidió que esa sería la última. Él le había gritado una vez más, salpicándole el alma con una desbocada ira: «¡Que te calles!. Todas sois iguales…, unas putas. No entendéis más que de palos, vuestro sitio es la cocina». Paloma era actriz de reparto. Hoy tenía rodaje, sólo una toma con mucha carga dramática. Cogió algunas cosas y salió de aquella casa para no volver nunca más. En el estudio de grabación: Entró en situación e intentó recomponer el personaje: «¡Silencio, se rueda!» La cámara, se deslizó lentamente captando la tristeza de su rostro en un largo travelling que terminó en un desenfocado horizonte de cartón-piedra. «¡Corten! esto es todo por hoy». En la calle: Una vez fuera se dirigió hacia ningún sitio. La inercia de la conducción la llevó hacia una autovía en dirección al cielo. Sonó su móvil. «Mama por favor…, ahora no es el momento, no estoy de humor y voy conduciendo» En el hospital: Recuperó el conocimiento en una cam

Este jueves, relato: Cartas, cartas, cartas...

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En el desván de su abuelo, Alex, encontró un disco de jazz, dos cuentos de Gloria Fuertes, unas botas de fútbol con la puntera pelada y un hatillo de cartas. Un día, el abuelo, serio y circunspecto le prometió: «Todo esto será para ti» y como si le hubiera hecho el regalo de su vida, Alex cerró el viejo baúl de roble americano. El Abuelo murió y aquella promesa revoloteaba como una bandada de palomas sobre la tapa malherida del carcomido baúl. Entre cuentos y tebeos,  asomaron unos sobres amarillentos. Uno de ellos, con el sello robado, contenía una cuartilla manchada con una estilográfica de la época: «Madrid, 7 de octubre de 1963… Querido Alfredo: Encantadora me parece la carta que recibí hace apenas unas horas. Desde este verano presentía una especial amistad entre nosotros, pero hasta leer tu escrito no he sentido lo que realmente significas para mí. Contesto a vuelta de correo, nerviosa, ilusionada, feliz y con un lío en mi cabeza tan grande que…» Asomó otro, azul pá

Sucedió un 16 de enero de 1948

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          Dentro: ¡Qué nervios!  Intento llamar la atención. Parece que se han olvidado de mí.            Fuera: Esta noche se ha verificado la cuarta emisión para América por los micrófonos de Radio Nacional. La citada emisión ha estado dirigida por el director de la Real Academia Española don Ramón Menéndez Pidal. Dentro: Escucho una melodía que me resulta familiar, es la misma de otras veces. Sería capaz de tararearla a oscuras Fuera: La rápida distribución de la naranja a través de los nuevos trenes naranjeros ha influido en su precio. Según se ha informado en el Sindicato de Frutos. Dentro: Esto se mueve. ¿Otra vez de paseo? Ya he perdido la cuenta… Fuera: El embajador de España en la Argentina, señor Areilza, ha mantenido una cordial entrevista con el presidente Perón. Dentro: Oigo ruidos muy cerca, como suspiros acompasados… esto es nuevo para mí. Fuera: El gobierno de la India anuncia que, por deferencia al Mahatma Gandhi, reanuda

Este jueves, relato: Jugar con fuego

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«Jugar con fuego». « Nadar a contracorriente». «Lanzarse al vacío». Expresiones que esconden implícitamente los conceptos de riesgo, pánico, peligro o, en la más leve de las ocasiones, meter la pata, precipitarse, equivocarse —para, en alguna ocasión, arrepentirse después—. Lo mío, a veces —demasiadas—, es jugar con fuego, nadar a contracorriente o lanzarme al vacío. Con este texto trato de dar un paseo —crítico y crónico— por mi participación en los «Los jueves, relato». Después de nueve años tengo mis dudas, mis eventuales rendiciones. Apatías de andar por casa. Desidias que me preocupan pero que no logro superar. Parece inexplicable que después de nueve años de asistir todas las semanas a la clase de los jueves —al principio, de los sábados—, me vea, ya mayor, haciendo novillos semana tras semana. En el tenis existe una jugada en la que el jugador tiene todas las ventajas soñadas por un deportista: El saque. En él, el que saca se toma un tiempo de concentración, dec

Este jueves, relato: Paraísos

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El Paraíso de tu piel La Tierra gira y gira y, en ese girar, se mezclan materias con pasiones. Efluvios con deseos. Aparecen entonces nirvanas nuevos. Ciudades utópicas que nos enamoran eternamente. Mi paraíso, después de la unificación, tiene forma sinuosa y senderos misteriosos que explorar. Su entrada es un corazón carnoso y rojo que, a flor de piel, hipnotiza. Una puerta intangible que invita al acercamiento, parte del eden que es el salvoconducto para todo lo demás. La primera avenida de este olimpo terrenal empieza con dos cúpulas morenas de color ébano y textura deslumbrante. Su envoltorio, aleatoriamente cubierto de piel del color de la paja tostada, me envuelve y confunde. Dos fuentes de sonrosado caño e inagotable morbidez dan paso a la gran plaza de la vida, intensa, húmeda por el rocío de la pasión, arteria vital de pócimas y demás encantamientos. El Boulevard del amor nace entre un jardín de rosas ensortijadas; parada obligatoria para el disfrute y la ext

Este jueves, relato: Mr.Chance

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Era domingo, estaba en el jardín cuando oí voces en el interior del salón. Dejé la manguera en el sendero mientras acudía al reclamo de las voces. Todo empezó por el final, cuando tenía sesenta años. Sesenta primaveras de las que no recordaba ninguna aunque tenía una idea aproximada de lo que habían sido. Ahora, mi mayor y único entretenimiento consiste en dejarme llevar, secuencia tras secuencia, por las imágenes del televisor de 42 pulgadas, permitiéndome escuchar con una claridad extrema las últimas noticias de una encuesta sobre sexualidad en la tercera edad. Con el mando en la mano, jugué de nuevo a buscar el canal de los colores en alta definición. Sin pretenderlo acerté con mi momento preferido. Me abandoné en el fondo de mi butaca y con los ojos vidriosos pude ver todo de forma confusa y entremezclada: el día y la noche, lo grande y lo pequeño, lo suave y lo áspero, el calor y el frío. P or enésima vez, estaba viendo los mismos anuncios, los mismos documentales, la