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Este jueves, relato. "A la luz de una vela"

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Su voz era como un susurro cansino, hablaba y hablaba sin obviar detalles. A esas horas de la noche, los pormenores sobre la historia de nuestra familia me adormecían sin poder evitarlo; bueno, era la noche y no los pormenores, pues había sido yo el que había animado a mi madre a contarme de nuevo esas aventuras que tanto me entretenían. Con la cabeza apoyada sobre el mantel de hule, la miraba en un esfuerzo agradecido por ser como era. Ella, mientras hablaba seguía cosiendo, pespunte tras pespunte, hilván tras hilván. La vela, constante, sabía que no podía consumirse antes de que ella acabase su trabajo. Sus manos y los bajos de aquel traje de novia estaban iluminados al cien por cien, la penumbra era la dueña del resto. Su rostro, quedaba sesgado en un contrastado claroscuro. Era guapa, ancianamente guapa, sus arrugas parecían tener nombre propio. Los ojos perseguían la aguja, haciéndola coincidir con la tela y después con la superficie metálica del dedal. T

Este jueves, relato. "Quehaceres paralelos"

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Tengo  respuestas imposibles  para todas las preguntas posibles. Todas…  menos para una. Toda una vida de compartir conmigo mismo el mayor de mis secretos. Dejando translucir solo opiniones divergentes  y emociones convergentes, con el único objetivo que esconder un Arte Paralelo.  Una vida tangencial al margen de lisonjas y tormentas. Una doble cara. Un antifaz verde fósforo sólo visible en la oscura soledad. Un taparme con la palma de la mano los ojos en pleno día para distraer mi desconcierto, mi  gemela e impresentable otra personalidad. Pero ahora, desnudo y comprometido, sé que ha llegado mi hora, la de la verdad. De nada me vale desviar la atención disfrazándome tras un engañoso código bloguero de cartón piedra o de una exquisita apariencia con sombras de dudosa propiedad. Ahora, saboreando mi engaño y mi secreto, viene Gastón y me obliga a destapar mis otras cosas, esas que posan sedimentadas en el fondo del armario. Eso por lo que no cobro, aunque  me pa

Este jueves, relato. "Una de tres"

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Humo detrás del cristal. Tengo que decir que me resultó difícil. No quería que pareciese un plan de fin de semana.  Estaba frente a mí, en aquella sala de estar de su piso de separada.  Me gustaba mirarla, con la mirada ambiciosa del que está modelando un futuro. Quería aprendérmela de memoria. Conocer su perfil,  disfrutar de todas las formas posibles de su cuerpo y retener esas tres dimensiones que me empezaban a enloquecer. Tengo que decir que fue precisamente el desafío lo que me retuvo allí. A su lado, archivo en casillas virtuales sus sonrisas, que son varias. Sus besos que mórbidos me descubren la morbidez de sus labios y, de los míos. La madrugada transcurría plácida, llena de expectativas. La noche, ya vencida, quedaba borrosa entre sábanas de papel. Ella me fascinaba.  Jugué a levantarme y analizar la situación desde la distancia, me acerqué a la ventana y le invité a compartir aquel amanecer. La primera calada de mi pitillo se escapó entre los crist

The beat of the night.

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Mi noche tiene el latido de un corazón. Me gustaría decir que late inconsciente, distante de la realidad que acompaña el paso de los minutos, ausente de mi mismo. Pero no es así. Mi noche respira a mi lado, con una sutil secuencia de vida, con un ritmo pautado que dibuja luces en la oscuridad. Así es alguna noche de mis pasadas  noches . No es la noche de aquí exclusivamente.  Somos mi noche y yo, esté donde esté, y en la parte de la noche que sea. Pero es aquí donde mi noche se viste de misterio, donde es dos veces negra, más cómplice que nunca, donde la luminosa ilusión en la oscura realidad eriza el despertar y, aún no amanece. Esta desnuda realidad, me recuerda que el sueño no es un sueño y que esa mirada perdida en el oscuro  horizonte, es una mirada a mi despertar. Y espero para abrir unos ojos que no se han cerrado todavía.  Y despierto, me pregunto…  ¿Hay algo más importante que mi noche y tú?      

Este jueves, relato. Primeras lecturas

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Este jueves, relato. “Mis primeras lecturas” Son las cinco de la tarde, hora de toros y toreros. La terraza del madrileño Café Gijón es un hervidero de gente que deambula de un lado para otro en busca de una sombra en la que sentar su curiosidad. Dentro, en una mesa del fondo, los Srs. Tagore, Hemingway y García Márquez despachan sus primeras contradicciones delante de un humeante café. El grupo todavía no está completo, faltan la Sra. Rodoreda y el Sr. Bach, que se les unen de inmediato. El nombre de un lector común a todos ellos, lanzado al centro de sus ciberconsciencias, les había golpeado en plena memoria obligándoles a viajar en el tiempo, juntándoles alrededor de una mesa hecha de y para la literatura. El primero en abordar el tema es Tagore. -Lo recuerdo, era muy joven y fue un reto para él, perezoso en las primeras páginas, pero ávido y emocionado al final, especialmente en: “ Me he sentado esta mañana, en mi balcón, para ver el mundo. Y él, c

Este jueves, relato. El teléfono

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Entre el teléfono y él, apenas había un suspiro; el justo para atenderlo con sólo alargar la mano. Mientras esperaba, toda su subconsciencia pasaba por recordar cómo había sido aquel primer y único encuentro. Entre sombras adivinaba el color de la noche, el calor del lugar y especialmente, la recordaba a ella. Lily estaba en el mostrador, mientras en el exterior la lluvia añadía agua al mar que tenían delante. Asís se aproxima un poco más al teléfono como si esa acción fuera determinante para adelantar la llamada… sabía que no. Él, por encima de diez brazos intentaba recuperar su copa sin conseguirlo. Ella le miró y adivinó su dificultad y su deseo. En los minutos siguientes resolvió su dificultad, pero no su deseo. Perdido en aquella turbulenta noche de quieros mudos y quizás sonoros, recuerda un intercambio de números y una mirada cómplice acompañando un… Te llamaré. Asís fundía con la mirada a aquel teléfono, esperando una llamada que tal vez no llegara

A fuego lento. Casa Terete. Haro

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Casa Terete. Haro (La Rioja) 135 años después, la cuarta generación de los “Terete” mantiene viva la esencia de la cocina familiar que tan famosa les ha hecho. Asar corderos es un arte para esta familia de Haro.  El restaurante,  al que antes se accedía  a través de la carnicería ofrece una carne joven, tierna, asada en el horno de leña sin más secreto que una buena dosis de mucho cariño. En mercado: (4 personas) 2 Cuartos de cordero lechal Manteca de cerdo, Agua, Sal Majado con: 3 Ajos Una pizca de sal gorda 1 Poco de vinagre En Cocina: Untamos la piel con un poco de manteca y sazonamos, buscamos es que la piel se haga “costra”. En cazuela de barro ovalada, añadimos un vaso grande de agua. Precalentamos previamente y al horno a 180º durante aproximadamente hora y media A mitad del asado preparamos el majado de mortero, le damos la vuelta a la carne y hechamos un poco de caldo del propio asado en el mortero, removemos

Alfombras que cuentan sueños.

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Las alfombras y los cuentos ya existían por separado. De la mano de Per Arnoldi, el hombre también alimenta su imaginación con la pintura, que nos explica, confunde y sazona nuestra realidad con una colección de cuentos, unos nuevos y otros diferentes. Consagrados de la pintura, firman fantasías para leer mirando al suelo, ocupándolas con la complicidad del niño que descalzo se pasea por el cálido pelo del país de Nunca Jamás. Asger Jorn Kazimir Malevich Kurt Schwitter Paul Klee Per Arnoldi Preben Hornung Rene Magritte Richard Mortensen Salvador Dalí Takashi Naraha Wassily Kandisky Robert Jacobsen Jems Birkemose

10 años sin Eduardo Chillida

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En un extremo de la bahía donostiarra, a los pies del Monte Igeldo , instaló en 1977 Eduardo Chillida su obra preferida, el Peine del Viento , con tres espectaculares piezas de acero aferradas a las rocas y rodeadas del mar, ejemplo único de armonía entre arte y paisaje. "El mar tiene que entrar en San Sebastián ya peinado" , bromeaba al contemplar cómo el viento sur levanta, ondula y riza la cresta espumosa de las olas que rompen impetuosas contra las rocas. He visto niños y adultos jugando, acariciando y admirando sus hierros, aprendiendo de ellos a adivinar el alma de las cosas y disfrutando de sus formas y texturas, yo mismo me acerco a ellos siempre que viajo a San Sebastián y los toco, los miro, detengo la mirada en el horizonte donostiarra a través de sus densos y descriptivos vacíos.