Este jueves, relato. El Museo de la noche.
El Museo Nacional
de Luciérnagas sólo abre en invierno. Cada viernes de octubre, noviembre y
diciembre a las 20:00 el portalón extiende sus dos hojas de nogal hacia el
interior dando paso a los afortunados visitantes que, tras costosas gestiones, han conseguido su ansiada entrada. Este viernes, el segundo de diciembre, la
cola se prolonga hasta la parte trasera del edificio. Yo tengo el 40...
La torre, almena del siglo XVI, está
dividida por plantas. Cuatro. Y en ellas están repartidas por secciones las
diferentes variedades de luciérnagas más extrañas, atractivas, deseadas,
luminosas (aunque luminosas lo son todas) y coloristas. En las tres primeras
los ejemplares están disecados, pintados, esculpidos, caricaturizados, y en la última (reunidas con un esmero y celo
extraordinario) están las vivas que se reponen puntualmente tal y como su vejez
les va mermando su brillo, pasando entonces a las plantas anteriores.
Son
las 20:20 y la cola se acorta hasta que diviso la puerta de entrada. ¡Qué emoción!
En unos segundos mi sueño se verá realizado. La noche (no puede ser en otro
momento), se verá iluminada por cientos, miles, millones de serpentinas de luz intermitente.
Verdes, azules, amarillas, blancas, rojas (las menos).
No
es el museo, no es la noche, no son los jardines de camelias y peonías, ni
siquiera el balcón de la torre, que también... ¡Es Verona! Las luciérnagas
tienen nombre propio.
Que Historia más intersante. Nada sabia de esto, ni lo habría imginado jamás. Verona.... y ¿esto tiene algo que ver con Romeo y Julita? Aquí si que encuentro justificada la visita por la noche al museo, y me supongo que será pagando, el correspondien tikquet. Un gustazo leerte siempre Alfredo. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bonito. He estado en Verona; pero no por la noche. Debe ser precioso.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bello relato, me has trasladado sin haber estado .
ResponderEliminarbesos
Me has recordado mi viaje a Verona, ¡qué romántico!
ResponderEliminarQué lindo debe ser estar ahí, noche mágica con obras de arte de la naturaleza misma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Luciérnagas en la casa museo de Julieta...la bella Verona es capaz de acoger un sitio tan especial como este museo que cuentas, en donde las luciérnagas multicolores avanzan cuarto a cuarto según vayan envejeciendo. Muy fantasioso y poético.
ResponderEliminarUn abrazo
Poética y brillante manera de rendir pleitesía y honor a la ciudad de Verona en la noche.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos.
Qué bonito viaje, se me ha hecho corto en la imagen pero largo en lo que me ha transmitido. Muchas gracias.
ResponderEliminarUn beso.
Ha de ser una maravilla estar en ese museo de noche con el derroche de las luciérnagas multicolores. ¡Verona, la ciudad de Shakespeare y de los enamorados! Encantador relato.
ResponderEliminarSaludos
No conozco Verona, dicen que es muy bella, por lo que nos cuentas en tu relato intuyo que tienen razón los que lo afirman. Una ciudad que tiene un museo de Luciernagas, tiene que ser una delicia pasearla por la noche. Me alegra saber que tu lo has vivido, porque además lo has compartido con nosotros este jueves, gracias amigo.
ResponderEliminarAbrazos con cariño.
Ohhhh, yo quiero ya una entrada para ese museo, pagaré lo que sea por sentir la intermitencia de colores bajo el balcón, en Verona.
ResponderEliminarQue delicia.
Un beso
He tenido la suerte de visitar la casa museo de Julieta en Verona. Es increible la cantidad de mensajes de amor que en ella se depositan. Tantos que el Ayuntamiento de Verona tiene que retirarlos de tanto en tanto. Es posible que cada uno de esos mensajes esté lleno de luz como las luciérnagas que mencionas. En esa cuarta planta el techo está lleno de estrellas doradas que bien pueden ser igualmente esas luciérnagas rutilantes. Ya llegué felizmente enamorado a visitarla, pero no me pude resistir a acariciar el seno de Julieta para asegurarme la perpetuidad de ese amor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Qué bonito y fantástico lugar has descrito!Sería maravilloso poder visitar un museo así...creo que nunca he visto una luciérnaga o al menos no soy consciente.
ResponderEliminarUn beso
¿No sigue el relato? ¿Por qué? Yo quiero... Quiero ver más luciérnagas..., quiero esos aromas... esos sentires...
ResponderEliminar¡Y qué bonitas las luciérnagas!
Un beso enorme.
Que preciosidad de relato y a mi que me encantan las luciernagas, pequeños rayos de luz en la noche. No conozco Verona, pero cuando vaya no dejare de visitar este museo. Besos.
ResponderEliminarUn museo de luciérnagas, una ciudad, Verona, relato fantástico. Una vez escribí sobre luciérnagas, era una cueva secreta... algún día lo rescataré. Un abrazo Alfredo.
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