Este jueves, relato: Cómo somos de solidarios los humanos.
Solidaridad es una palabra que se estaciona en nuestra boca y casi no nos
cabe. Esculpe una pequeña esfera en la mejilla como cuando saboreamos un “chupa-chups”
demasiado grande, y al igual que el dulce caramelo, la palabra, la llevamos
de un lado a otro haciéndola bien notoria.
Ninguno de nosotros somos dueños de alguna parcela de poder en este mundo,
salvo de esa tan cercana como lo es el devenir de nuestra familia y por
extensión el del vecindario más próximo. Tenemos que ser prácticos con nuestra
solidaridad y transcender al menos en lo que alcanzan algunos de nuestros cinco
sentidos.
El barrio es un submundo lleno de estímulos a flor de piel, se podría decir
que es un añadido al resto del universo con colores propios. Ambos parece que
funcionan a pesar el uno del otro. Pero sólo es una apreciación, pues el Barrio
es receptor directo de los accidentes universales, y no obstante la primera y
única víctima de los personales.
En el barrio, desarrollamos nuestra integración, y decidimos o no, formar parte
de ese conglomerado de anónimos con nombre.
Por encima de cada uno, el barrio es honesto, espontáneo, abierto y
solidario; como también es cruel, injusto, alevoso y distante.
No hay que exigirle mucho, más bien dejarse llevar y no perder detalle. Al
fin y al cabo durante cada día y de forma invariable te regala escenas como
estas:
-Don Tomás, su cafelito como cada día, tocadito de leche.
-María, hoy te he guardado estas manzanas, para el niño.
-Padre, que llama Toni el de la farmacia, que si sube a pincharle.
-Pepi, me han dejado esto para ti mientras no estabas.
-Doña Amparo, si va al centro, suba, que me va de paso.
-Josefa, ¿le ha sobrado un poco de perejil?
-Lola, hoy tengo esa merluza especial que tanto te gusta.
Aquí es donde podemos interactuar de pleno derecho y con la seguridad de
trascender… al menos, un poco. Esta es a la solidaridad con el mundo a la que
podemos llegar.
Una reflexión muy acertada. A veces queremos llegar más allá de donde podemos, y no nos damos cuenta que con un granito de arena tal vez podamos llenar una playa. La familia, amigos y vecinos, ahí está nuestra verdadera solidaridad.
ResponderEliminarGracias por participar amigo.
Un abrazo
Una enternecedora participación que nos muestra la solidaridad empieza por las pequeñas cosas de cada día.
ResponderEliminarHola Alfredo, ¿crees de veras que, solo debemos ser solidarios, con nuestros vecinos? No tengo nada que objectar, pero ¿has pensado en la diferencia de necesidades que tienen unos refugiados de cualquier parte del tercer mundo, comparado con las personas más pobres, de nuestra sociedad?
ResponderEliminarNo hay paralelismo. El ranquing de los mas desgraciados, es sin duda alguna Africa que además de las constantes sequias, las guerras, las epidemias. La
Solidaridad de todos, deberia volcarse con ellos. Es una opinión. Nada más. Un saludo muy afectuoso amigo.
Sí, lo cercano es lo que podemos abarcar, y en el barrio se nos necesita. Hay muchas penas cercanas a nosotros.
ResponderEliminarMe encantó.
Muchos besos
Mucha verdad
ResponderEliminarLa solidaridad, que palabra dificil de escribir. Me gustó ese planteo del barrio, aunque puede ser un ámbito de rumores, calumnias, también puede ser un lugar donde se de la ayuda mutua.
ResponderEliminarPlanteé algo parecido en mi relato.
Saludos.
Muy cierto, nuestro entorno inmediato es el lugar ideal para comenzar a extender nuestras pequeñas acciones solidarias, y sobre esa realidad, después la sociedad irá arraigándose con buenos valores.
ResponderEliminarun abrazo
Si no se puede ir mas alla, podemos optar por la ayuda afectiva, espiritual y moral; donde nuestras acciones deben atender con la misma magnitud a las personas que tenemos a nuestro alrededor.
ResponderEliminarBeso
Si no se puede ir mas alla, podemos optar por la ayuda afectiva, espiritual y moral; donde nuestras acciones deben atender con la misma magnitud a las personas que tenemos a nuestro alrededor.
ResponderEliminarBeso
Muy cierta tu reflexión pues es en las personas cercanas en nuestro día a día donde más podemos mostrar nuestra solidaridad. Muchas veces nos olvidamos de esto e intentamos colaborar con organizaciones que actúan en países lejanos( que también es necesario) sin darnos cuenta de que a nuestro alrededor también nos necesitan.
ResponderEliminarUn beso
Estando de acuerdo contigo en la necesidad de esa solidaridad "doméstica", cercana donde tenemos o podemos tener intervención directa, no es menos cierto que esos árboles cercanos nos pueden impedir ver el bosque y también la sociedad requiere de nosotros que tengamos una visión global y que en la medida de nuestras escasas posibillidades aportemos un granito de arena en ese sentido. Hoy es un buen día para recordarlo ya que gran parte de las carencias están provocadas por los agentes forestales de ese bosque que a todos nos cobija.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
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