Este jueves, relato. En la quietud de la noche
En la quietud de la noche, deambulo por la Gran Avenida.
Es casi madrugada, y los escaparates de las tiendas
permanecen oscuros. No se distingue su contenido. De lo que se trate, se
confunde con la oscuridad. Los codiciados objetos de deseo y la noche son la
misma cosa. Mejor aún, la noche se sabe lo que es, como huele, lo que mide, que
música tiene y si llora o no, los objetos en cambio permanecen sin identificar,
incoloros, mudos e inertes, sin corazón.
En este inmenso establecimiento, se suponen miles de
excusas, cientos de motivos que, de día deslumbran y acaloran. Decenas de
peligros para nuestra irresponsable vanidad. Artilugios de autor de tiempos contados, tal vez oropeles exclusivos de estridentes formas, o criados de
última generación incapaces de sonrojarse.
Es la Modernidad, la Civilización. El “no va más” de nada. A
oscuras intento adivinar el color de centenares de artículos expuestos y, todos
son negros, el calor frío de unas imaginadas prendas de vestir, busco la
sonrisa de unas aparentes muñecas boca abajo o la melodía que no fluye de unos
aparatos de música desenchufados.
En la quietud de la noche sigo mi camino, con la
desesperanza de encontrar algo de sentido a toda esta oscuridad.
Esa oscuridad parece más bien interna. Y eso si que da miedo.
ResponderEliminarSerá que es así Alfredo, que enla noche sólo se ven en detalle las cosas que importan...lo superfluo se hace bruma, la bruma se disipa como el oropel del consumismo...
ResponderEliminarUn abrazo juevero con antelación!
La vista se agudiza en la noche, vemos en los escaparates multitud de preguntas confusas, insinuantes.
ResponderEliminarY seguimos camino, noctámbulos, con ellas a cuestas.
Agradezco a la noche esa luminosa oscuridad que se refleja por dentro.
Genial Alfredo, besito pronto verdadero.
Y yo veo silencio en esta noche tuya en la Avenida, como si el silencio fuera de la misma materia que la oscuridad, pero, hay tanta luz interior en ambas cosas...
ResponderEliminarUn abrazo.
Te ha quedado perfecto, aunque es tan tristemente real... Una delicia leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Triste tu relato, pero muy real, tendremos que esforzarnos por cambiar esa desesperanza por un poquito de luz al fondo del tunel...
ResponderEliminarUn beso
En la quietud de la noche Alfredo, es fácil deambular con esas sensaciones y esos sentimientos... mi madre, en plan castizo lo resume en un refrán: de noche, todos los gatos son pardos.
ResponderEliminarMe encantó tu relato.
Mil besitos gordotes
La oscuridad es la piel de la noche, no perdernos en ella, es una labor que debemos proponernos, buscando destellos, brillos y reflejos... aunque de vez en cuando, perdernos en ella, también es una forma de encontrarnos a nosotros mismos.
ResponderEliminarMe gustó pasear por la Gran Avenida y caminar junto a tus letras.
Besos al vuelo:
Gaby*
Estupendo relato. El desapego a la inutilidad de muchos y frugales objetos. Parece como si Boswana se hubiera convertido en un viaje iniciático
ResponderEliminarEsa última frase está genial.
Un abrazo
En la quietud de la noche de tu relato, sentí inquietud... sentí inquieto a ese narrador que no encuentra sentido en la oscuridad que le rodea. Minimalista, inquietante texto, desesperanzador...
ResponderEliminarMe gustó :)
Un abrazo
Tu noche, su oscuridad y su quietud, parecen parar la vida. Con la salida del sol volverá la esperanza y todo volverá a tener el valor que cada cual quiera darle. Habrá alguien que incluso a la luz del día no encuentre color a las cosas, y, es esa oscuridad interior la peor porque no tiene medida.
ResponderEliminarUn beso.
La luz a esa oscuridad te la dará ese sentido crítico tan fino que te caracteriza. Y si no te da la luz, al menos un tenue resplandor que te quite el miedo a esa Modernidad absurda y oscura.
ResponderEliminar¿Da miedo, eh?
UN besito y un café.
La quietud de la noche siempre es propicia para hacerse preguntas a uno mismo, para meditar y reflexionar sobre nosotros y todo lo que nos rodea. Me imagino la Gran Avenida de día, con el bullicio de la gente paseando y el colorido más y mejor acentuado, sin duda, un panorama bastante distinto al que nos presentas, quizas aparentemente más alegre, pero solo aparentemente, pues hay quien, aún estando rodeao de gente y ruido, se siente solo. Un relato cargado de tristeza, pero que a la vez invita a la reflexión. Me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarLa oscuridad lo iguala todo. Da igual la naturaleza de los objetos, posiblemente todos sean de utilidad futil y por tanto perfectamente prescindibles.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien escrito tu relato, lleno de poesía. La noche es lo que tiene, que la imaginación se dispara y podemos experiementar nuestra creatividad, intentando adivinar que se esconde detrás de una persiana y un rótulo.
ResponderEliminarUn abrazo
La quietud de esta noche parece propia, interna. La oscuridad que no hace ver las cosas más dolientes y vacías de lo que son.
ResponderEliminarUn relato melancólico que me ha llegado.
Un abrazo.
Precioso e intenso relato, Alfredo. Solo se me ocurre citarte un dicho que me encanta: "Por muy oscura y larga que sea la noche, siempre amanece..."
ResponderEliminarUn abrazo.
Maat
Así es Alfredo.
ResponderEliminarDe noche todos los gatos son pardos, pero después llega el día, nos seduce con sus colores y formas y caemos sin darnos cuenta.
Quizá debiéramos pasear más de noche para encontrar el equilibrio.
Precioso relato
La noche es otro mundo, hay cosas que pierden la importancia que tuvieron durante el día, entre ellas las cosas materiales.
ResponderEliminarY además de noche todos los gatos son pardos (apm y mar me ganaron de mano con el dicho), la noche iguala y disimula defectos. Pero no disimula sentimientos y estados de ánimo, esos cobran fuerza en la oscuridad.
Un abrazo Alfredino
Alfredo esta quietud es remolino puro de sentimientos. Maravillosa forma de mostrar.
ResponderEliminarUn abrazo.
La gestión en la oscuridad es siempre complicada.
ResponderEliminarLa oscuridad produce confusión.
Solo es soportable porque sabemos que tiene límite, siempre al final, la luz puede con ella.
Salu2:
Muy bien concebida esa metáfora de la negrura de la oscuridad que lo iguala todo.
ResponderEliminarIntuyo cierta reminiscencia tanzaniana.
Besos
Dentro de uno existe la oscuridad que la noche desnuda dejando de lado lo vano, y descartando lo que no es necesario...
ResponderEliminarMuy interesante tu texto, con una reflexión muy especial, de cierres y aperturas...
Besos
A lo mejor es que no tienen importancia, ni color, lo que merece la pena no pierde color en la noche.
ResponderEliminarAbrazos.
y la metáfora se resuelve, escrita, plasmada en letras, en las dos últimas frases...y el alfredo reflexivo, alejado de el alfredo irónico, aparece...aparece cual tipo hecho y derecho y cual tipo cuajado por las vicisitudes de la vida. claro, siempre y cuando este texto sea la opinión del autor. y de no serlo, sería una exposición reflexiva de lo que acontece en verdad en esta civilización moderna...
ResponderEliminarquerido,alfredo, es como si te hubieras puesto años, los que te quitas cuando escribes a la ironía...
medio beso.
Las palabras como herramientas para sumergirnos en esa oscuridad...
ResponderEliminarLas palabras que convencen y nos dejan deambulando en la noche, buscando algo, sin saber qué.
Una vez las palabras bien empleadas por tí, para dar cuerpo un jueves más...
besos
La noche con su quietud invita a los fantasmas. Máscaras que pululan en la sombra, susurrándonos desde el silencio mil cosas y ninguna. Y anclados en la negritud quedamos, dejándonos llevar por el recuerdo y el sentido…y en ésas horas de productiva calma nació tu relato, muy bueno, por cierto.
ResponderEliminarUn placer haberte leído.
Un saludo
Creo que en la noche los sentimientos y el tamaño de las cosas adopta su verdadera dimensión... Por eso, no deja de ser inquietante leer estas reflexiones...
ResponderEliminar