Entradas

Este jueves, relato: El protagonista oculto... Una guerrera.

Imagen
Encarni es actriz. Hoy tiene rodaje.  Un rol dramático, como su vida.  Sale de casa apresurada, nerviosa. Ha conseguido maquillar los hematomas de su cara y, de nuevo, darle brillo a sus expresivos ojos. De camino al estudio se esfuerza por recuperar la normalidad. Ella es tierna, amable y apasionada con todo aquello en lo que cree; pero en casa... eso es otra historia, al menos hasta hoy. No sabe si, por fin, será capaz de cumplir lo que se ha prometido. Toma consciencia nada más gritar el director:        «¡Silencio, se rueda!». La primera frase de su partenaire, rebota en la madera del falso decorado simulando un golpe que la arroja al suelo:    « ¿Que me calle? Todas sois iguales. ¡Unas putas!». El limitado aforo, completo, contiene la respiración.  Encarni traga saliva e inicia el diálogo con la que es su réplica: «Si me vuelves a tocar me voy para siempre». Él le grita de nuevo, salpicándole el alma con una desbocada ira: «No te atreverás, si pon

Este jueves, relato: Soledades

Imagen
Soledad transgredida. Busco la soledad entre la gente.  La soledad elegida. La que reconforta y estimula. La que encontraba hace años al salir a la calle.  En el autobús.  En las terrazas.  En los pasos de peatones, incluso en el bar. Soledad, hoy hipotecada, perdida, vendida al diablo. Los espacios grandes o pequeños, abiertos o cerrados se han convertido en un inmenso, incómodo, incontable, irrespetuoso y universal locutorio telefónico. Gestos. Exclamaciones. Risas gratuitas. Gritos que intimidan y susurros que también. Al instante, uno se convierte, sin querer, en testigo de confesiones, planes, divagaciones, reproches.  Espectador —más bien auditor— de secretos, enfermedades, verdades a medias y mentiras enteras. La vida de otros en definitiva, que al mismo tiempo es la nuestra. Poco a poco, día tras día, año tras año, agresión tras agresión. La búsqueda de la soledad se ha convertido en una insufrible pesadilla. ¿ Dónde estás, querida  soledad ?

Este jueves, relato: Juegos de infancia

Imagen
Juegos en el barro. Mi calle era estrecha y larga. Tenía nombre de heroína y ambas, calle y heroína, fueron testigos de mis primeros juegos. Me veo en ella de niño. Descubriendo olores, compartiendo tiempos, haciendo amigos e inventando enemigos. Frente a mi puerta las casas se interrumpían y el sol colaba sus rayos iluminando las fachadas que iban del 60 al 68. Ese gran solar todavía no robado al campo era cuartel general de lagartijas, perros, gatos y alguna que otra gallina. Tengo tres fotos de aquella calle.  En una de ellas, agachado, lanzo una canica de arcilla marrón al aire: Chiva. Pie-bueno. Tute. Matute...  ¡Gua!. Calle de panas y boinas, delantales y alpargatas. Y barro, mucho barro, que despiadadamente nos dejaba la lluvia para enfado de mi madre. Al fondo un solar donde se interrumpían las casas y mi abuela, con la colada repartida sobre el confiado arbusto, recibía gratis el sol a través de linos, lanas y algodones. Yo, con ropa de ensuciar,

Este jueves, relato: Lo uno y lo otro.

Imagen
Abril 1960 Esa noche no aparecieron por casa.  Julia, Edu y él habían estado maquinando la forma de escapar de sus casas a la búsqueda de un mundo mejor. Uno que les permitiese hacer suficiente fortuna para sacar a sus familias de la miseria en la que se encontraban. La noche les sorprendió en un bosque cercano y decidieron descansar hasta la madrugada. El destino era improvisado, igual valía un autobús a Barcelona, un auto stop a Alicante o la bodega de un buque en dirección a Mallorca. Los tres juntos acurrucaron sus minúsculos cuerpos prometiéndose amistad eterna. Unidos para siempre. El miedo y la noche se unieron para darles la alternativa lejos de los suyos, del brasero bajo la mesa camilla y la bolsa de agua caliente, pero su decisión era firme y aquella promesa, para ellos, era un compromiso vital. Agosto 1980. Julia y Edu esperaban su primer hijo. Ella insistió en llamarle como a Luis al que, con la misma insistencia, propuso como padrino. Aquella mañana,