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Este jueves, relato. Cierre de convocatoria

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    Finalizamos la convocatoria de relatos correspondiente al jueves 13 de febrero: «Sucedió en el bus» y damos paso a la conducción para este próximo jueves a nuestro amigo Juan Carlos [¿Y qué te cuento?]  al que le deseamos una feliz conducción. Gracias a todos los participantes.     Os dejo un segundo relato que no quise que se quedara en el tintero. Espero que os guste como un «hasta pronto»:      Título: «Mi paseo diario» Ocupo mi asiento y quedo sumido en la más total de las abstracciones. Sentado, impaciente con vecinos impacientes. Fiel a la espera, con la mente perdida y los ojos distraídos en   piruetas ajenas espero el paso del tiempo. Mi único hábito es sobrevivir cada día subido en un bus de la EMT para viajar por este, mi mundo. Porque, la obsesión con los viajes por la ciudad no es un hábito, es algo más, casi todo lo demás, es mi vida. Mi pose es la de un apacible observador. Es la cara de la gente que observo en paz, pero sin beatitud. Capaz de vivir la

Este jueves, relato: Sucedió en el bus.

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Hoy comienzo mi paseo en la parada próxima a mi casa. Cogeré el 92. He quedado con un amigo para desayunar —un capuchino y media tostada de pan con aceite—. Hablaremos de literatura, novelas y autores. Necesito tranquilidad y la soledad necesaria para interiorizar el argumentario más adecuado. Ando hacia la parada y veo un bus saliendo. Espero que no sea el mío… ¡Es el mío! Mierda, ¡el 92! ¿No podía haber sido otro? Me resigno y espero sentado. —Caballero, ¿para ir a la calle Turia? —me pregunta con decisión una anciana que, como yo, acaba de llegar a la parada. —No sé, señora —le miento—. Es la primera vez que cojo el autobús. —Sí, ese que sale al río por el puente de piedra. —Sé dónde está la calle, pero no sé qué autobús pasa por allí —le vuelvo a mentir. —Sí, uno rojo, el 70 o 71, no sé, tal vez el 72… ¿no le suena? —No, no me suena, señora, y todos son rojos. —Todos no, hay unos que son amarillos. —Esos, señora, son los que van a los pueblos y no paran aquí.

Este jueves, relato: Sucedió en el bus. Participantes

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Participan con sus cuentos de autobuses: C A m P I R e E L a G U S t A V O A lb A D a    D o S M A g A l F re D N e o G é M i N I s D O R o t E A C a S A l m a B a i r E s M a R A l B e r T o A l F R e D o

Convocatoria para el jueves, 13 de febrero de 2020

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Título: «Sucedió en el Bus». ¡Hola a tod@s! Después de unos meses en «cocheras», me lanzo a proponer y coordinar una nueva convocatoria, la del próximo jueves, 13 de febrero de 2020 .  En esta ocasión vamos a afilar los lápices y recrearnos en aquella realidad o ficción que nos sugiera un viaje en el autobús público. Desde los minutos de espera en la parada compartiendo, impacientes, su llegada, hasta cualquier experiencia que hayamos padecido, disfrutado o que nos gustaría vivir viajando en él:  Ese vecino de asiento que no para de contar batallitas, ese conductor violento que frena y acelera soliviantando al personal, ese secuestro por unos terroristas reclamando un dinero que la compañía no está dispuesta a pagar, esos gritos al hablar por el móvil, esa cabezada que pegas medio dormido y te pasas de parada... En fin, texto que acompañaréis, si os  apetece, con la foto de la portada o alguna otra que adjunto. A partir del miércoles podéis dejar aquí los enla

«Masa». Mucho de César Vallejo para comenzar el año.

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Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!" Pero el cadáver… ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle: "¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!" Pero el cadáver… ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!" Pero el cadáver… ¡ay! siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate, hermano!" Pero el cadáver… ¡ay! siguió muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierra le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; incorporose lentamente, abrazó al primer hombre; echose a andar... [Foto de Ibán Ramón]

0 para Navidad... «Feliz Navidad» [8]

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Feliz Navidad...  Feliz Navidad ... Feliz Navidad...  Próspero año y felicidad. I wanna wish you a Merry Christmas I wanna wish you a Merry Christmas.

1 para Navidad... «Noche de paz» [7]

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Noche de paz, noche de amor, Todo duerme en derredor. Entre sus astros que esparcen su luz Bella anunciando al niñito Jesús Brilla la estrella de paz

2 para Navidad... «Ven a mi casa...» [6]

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Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta Navidad. Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta Navidad.

3 para Navidad... «Pero mira como beben los peces en el río» [5]

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Pero mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver al Dios nacido. Beben y beben y vuelven a beber, los peces en el río por ver a Dios nacer.

4 para Navidad... «Ay, del Chiquirritín» [4]

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Ay, del Chiquirritín, Chiquirriquitín, metidito entre pajas; ay, del Chiquirritín Chiquirriquitín, queridito del alma.

5 para Navidad... «El camino que lleva a Belén» [3]

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El camino que lleva a Belén baja hasta el valle que la nieve cubrió. Los pastorcillos quieren ver a su Rey, le traen regalos en su humilde zurrón al Redentor, al Redentor.

6 para Navidad... «Dime niño» [2]

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Dime Niño de quien eres todo vestidito de blanco. Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo.

7 para Navidad... «Campana sobre campana» [1]

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Campana sobre campana, y sobre campana una, asómate a la ventana, verás al Niño en la cuna. Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan ¿qué nueva me traéis?

Este jueves, teatro. Interpretando a Benavente

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Amor y locura . (Drama en tres actos). Sinopsis: En asuntos de amor, los locos son los que tienen mayor experiencia… Final del tercer acto. 1.- (Juana, la protagonista, aparece entre bastidores deambulando insegura, hablando para sí misma y acariciando en su paso las flores de un claustro de cartón piedra). «Paseo por este jardín, sola, sufriendo una soledad obligada. Acompañada tan solo con algunos libros y en esencia, sus autores. En su lectura, me pierdo amando entre matorrales, desde donde respiro el dulce aroma que despiden los almendros. Camino entre milenarios muros agrietados y descubro, al doblar cada rincón, la vista desnuda del ocre pajizo de los trigales que bordean la ciudad». 2 .- (Se ilumina la escena y Juana se detiene ante un banco de madera. Se sienta y mira al frente exagerando pausadamente su parlamento). «Me detengo cansada, confundida y, enamorada, admiro las miniaturas de mármol que asoman por la cúpula de esa ciudad que no veo y que

Este jueves, relato: Insólita actividad

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Corre el año 2.219. La última trasmisión locuaz. La última emoción comunicativa nació, vivió y murió hace más de doscientos años.  Luego nada. Y ese nada que nos rodea no es humano. Nos desplazamos auto transportandonos desintegrando nuestra propia materia; flotando en un aire denso y maloliente, y todo lo que tenemos que comunicar queda espaciado, caóticamente suspendido e irreparablemente perdido. Nada dice. Nada comunica. Nada emociona. Nada vincula, Nada enseña. Todo desaparece en un abrir y cerrar de plasma. Desestimamos cualquier artilugio inútil construido por el hombre siglos atrás que, olvidados, almacenamos en basureros espaciales; clasificados y codificados por una larga combinación de números y letras solo legibles para la Granmáquina . No sé qué son las letras ni los números ni para qué sirven. Hoy, todo lo que necesitamos saber se nos inocula mediante bacterias microsiliconóides . He oído decir, que en cosmos próximos a las superficies residuales; en las noch

Este jueves, relato: Vamos de entierro.

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Macareno es el tonto del pueblo. Todos le ríen las gracias y se divierten con sus chirigotas estrafalarias. Inocente e inofensivo es objeto de burlas humillantes que él, impasible, carga a sus espaldas con paciencia y fría estoicidad. La noche del 31 de octubre, el ritual de su transformación empieza con un baño de sangre de pollos del corral. Una vez al año cambia su desternillante y ridícula personalidad por otra en la que despiertan sus más perversas y crueles inclinaciones. Embadurna su cara de rojo que, al paso de las horas, resecan su piel cuarteando la tersa superficie. Su rostro maquillado en exceso acentúa unas facciones que se confunden con las máscaras del resto de los vecinos celebrantes dejándolo en un total y asumido anonimato. Todo luce bien en esa macabra y escalofriante fiesta. La oscuridad de esa noche confunde su interior enfermizo y vengativo con los eventuales disfraces de los demás y… ¡todos parecen lo mismo! El alma podrida de Macareno suda encharcando s

Este jueves, relato: Un personaje, un lugar, un conflicto.

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Hospital Nuestra Señora Redentora Carta a la Directora. Muy Sra. Nuestra: Sirva la presente para comunicarle que no nos espere esta noche, Mariana y yo nos hemos fugado. Hemos saltado la tapia, justo en la esquina donde coinciden los muros de mampostería y el seto de hiedras.  Nuestro amor, era difícil mantenerlo en ese rancio hospital que usted gobierna con obsceno rigor y mente casposa. Su vigilancia desmedida y censura inexplicable nos lleva a tomar tal decisión que, aunque comprometida, es el estímulo que necesitamos.  De esas cuatro paredes solo recordaremos, Mariana y yo, el mágico momento de nuestro encuentro y nuestras primeras citas. Olvidaremos la obsesión arbitraria por parte de sus otras y mercenarias novicias a mantenernos separadas, el extravío intencionado de nuestras cartas y los falsos testimonios que nos atribuían por separado con el único fin de enfrentarnos. Una nueva vida nos espera lejos de envidias, rencores y podridas lecciones apostólicas, que

Este jueves, relato: Casa de vecinos.

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Mi casa de vecinos —también conocida como la «corrala» del Cristo de los Faroles—, es un submundo lleno de estímulos próximos, se podría decir que es un añadido al resto del universo con colores propios. Ambos parece que funcionan a pesar el uno del otro o al menos con actitud diferente aunque paralela. Pero sólo es una apreciación, pues el patio es receptor directo de los accidentes universales, y la primera y única víctima de los personales. En la corrala, uno, desarrolla su integración y decide o no, formar parte de un conglomerado de anónimos con nombre. Pero, por encima del nombre, el patio es honesto, espontáneo, abierto y solidario; como también es cruel, injusto, alevoso y distante. No hay que exigirle mucho, más bien dejarse llevar y no perder detalle. Al fin y al cabo durante cada día y de forma invariable te presenta escenas como estas:   «Juan Carlos, su cafelito, como cada día, tocadito de leche...»  «María José, hoy te he guardado estas manzanas, para el

Este jueves, relato: Je t'aime... moi non plus. (De mi novela Cien días de otoño)

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     Él ordenó la dirección al taxista. Ella prefirió ir andando. Necesitaba hacerse a la idea y vaciar su mente de prejuicios. Eso era lo que quería hacer, regalarse un sueño largamente deseado. Llegó antes. Sin embargo, nada más reservar, prefirió subir a la habitación para, en tan sólo unos segundos, ordenar sus cabellos y reforzar el rojo carmín de sus labios. De bajada, una última mirada en la luna del camarín, se vio perfecta. Acarició, llevando al sitio, los rizos de su media melena, negra y brillante como sus labios rojos recién pintados. Sintió de nuevo aquellas mariposas que hacía tiempo habían dejado de correr por su estómago. Lo vio entrar, cruzar la puerta y dirigir la mirada en un rápido movimiento hacia el interior. Subieron a la habitación en un ascensor vacío, elevando juntos sus cuerpos sobre la punta de sus pies, como si eso acelerase la llegada a la planta quince. Apremiaron en la habitación los repentinos deseos de cerrar la puerta tras ellos, abrazados

Este jueves, relato: Collages temáticos

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En tiempos en que escribir era una opción, precipitado, manchaba de negro el blanco de las hojas de papel. Tenía miedo de apretar la pluma para expresar lo que estaba pensando. No sé cómo pero fueron aquellas fotos las que me arrastraron a un impetuoso galope de palabras, frases, párrafos, páginas y páginas que, en una segunda lectura, perdían todo su sentido. Estaban mis pertenecías, el reloj de bolsillo, los lentes de montura de pasta envejecida, el círculo de aumento y cartas, muchas cartas, todas ellas extendidas sobre el mantel de hule, mientras esperaba el turno, en silencio, de iniciar la historia. Aquellas fotos tenían nombre propio, nombre y apellidos, pero yo no los recordaba, creo que perdí la memoria o carecía de información, sin embargo, su visión me emocionaba. Lo sabía porque no estaba inquieto ni tenía miedo.  Arriba, la republicana, insolente, retadora; abajo los fotógrafos con sus lámparas de destello y cámara en ristre, escondidos bajo las flores de plástic