Este jueves, relato: Chantaje emocional
-¡O te cortas el pelo o no hay calle! -¡No, el pelo no! que parezco una sandía. -Pues tú verás, ¡Castigado en casa! Don Ricardo, el barbero, no era santo de mi devoción, tan estirado y peripuesto él, con su guardapolvo gris. Los brazos fuertes de mi madre me arrastraban por toda la calle hasta ponerme delante de su puerta. Una vez dentro ya no tenía remedio. -¿Qué le hacemos al niño, Amparo? -Lo de siempre Ricardo… al cero, que vaya bien fresquito. Sentado al fondo de la sala, esperando mi turno, vivía aquel momento como algo dramático, un martirio sin merecerlo, un chantaje humillante. -A ver niño… ¡Estate quieto! Deja de mover la cabeza o te llenaré de trasquilones. La máquina de esquilar, se paseaba desde la nuca a la frente y desde la oreja derecha a la izquierda. Arrasaba con todo el pelo que se le ponía por delante. Mis atributos capilares se esparcían por el suelo, mechones de pelo desraizado que en un tiempo largo no volverían a vagar compactos por mi frent