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Este jueves, relato: Los Sonidos de la Primavera.

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      Mi primavera suena a redoble de tambor, algo así: “Señoras y señores, con todos ustedes… prrrom, prrrom, prrrom… La P r i m a v e r a.” Y es entonces cuando ella, vestida con tules vaporosos y desmedidas lazadas al viento, aparece entre un ligero chiri-miri que le hace pasillo.       Una vez superada la excitante y aparatosa euforia de la bienvenida, la primavera nos abraza con un sonido de violonchelo, grave, alargando notas hasta suspenderlas en el tiempo, como de Semana Santa. Toma aire de nuevo y con colorido renovado, las cuerdas irrumpen en escena, dibujando en el cielo, una bandada de folías, jotas y sevillanas, que se instalan en el corazón del calendario.        Y juntos, tambores, violonchelos, guitarras y timples migran como ñus, desvaneciéndose en la vorágine de los tres siguientes meses que amenazan ardientes a la vuelta de la sabana. Más ruidos primaverales con la Sinfónica de Vezdemarbán.

Palabra 12 de 52: "SOL"

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Sal, sin ti no soy nada. Siguiendo la propuesta de Sindel Foto: Paco Alberola

Este jueves, relato: Vamos de cañas... (Reedición adaptada)

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Hacía una noche de perros, llovía a cántaros y los parroquianos se refugiaban entre aquellas gruesas paredes que protegían el interior de la Venta. Las jarras del mosto manchego corrían de mesa en mesa, en especial en aquella del fondo, donde dos grotescas sombras, competían alardeando sobre los pormenores de sus recuerdos. Ebrios de vino y pasión, agudizaban sus ingenios para descabalgar al otro, provocando cómplices risotadas entre los presentes. Miguel, arrastraba las palabras, gruesas y torpes por los efectos del vino, que en ese momento, avanzada la madrugada, empezaba a nublar sus interminables parrafadas. Guillermo, sutil y agudo respondía con la lengua trabada, inmerso en una densa borrachera, que había paralizado los escasos músculos de su cuerpo, excepto los del decir: -Su prosa Don Miguel, es cansina y vulgar. Qué otra cosa se puede esperar de una historia de caballerías, con un hidalgo venido a menos. -¡Cómo se atreve Don Guillermo! si de su cursi pluma sólo s