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Este jueves, relato. Ciudad Utópica

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La Tierra gira y gira, y en ese girar, se mezclan materias con pasiones, efluvios con deseos. Aparecen entonces ciudades nuevas, ciudades utópicas que nos enamoran eternamente. Mi ciudad, después de la integración tiene forma sinuosa y senderos misteriosos que explorar. Su entrada es un corazón que a flor de piel hipnotiza, una puerta intangible que invita al milagro. La primera avenida empieza con dos arcos negros de charol deslumbrantes, sus tejados cubiertos de tejas color de la paja me envuelven y confunden. Dos fuentes de sonrosado caño e inagotable morbidez dan paso a la gran Plaza de la Vida, intensa, húmeda por el rocío de la pasión, arteria vital de pócimas y demás encantamientos. La Gran Vía, nace entre un jardín de rosas ensortijadas, parada obligatoria para el disfrute y la extenuación. Al final con el color de la carne y el olor a tierra mojada, se estiran dos bulevares de suaves curvas y cremoso tacto. Siempre… siempre, regreso por el mismo camino.

Martes Lunero. Imaginar... la Libertad

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Desde que el mundo es mundo, todas las tardes expira la vida. La muerte firma un pacto con la noche, y el corazón del mundo se aletarga bajo el espectro de la luna fría. Pero también desde que el mundo es mundo allá en el horizonte resucitan los ejércitos rosa que levantan las ardientes banderas de la vida. Y nace el sol. Y da muerte a la muerte. Y de nuevo comienza un nuevo día... Dedicado a mi amigo Campos Carrión, que después de 40 años me encontró para regalarme las últimas semanas de su vida.    Poema de Alfredo Mañas Foto de Paco Alberola Sobre una idea de Natalia

Día Mundial del Interiorismo.

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Este jueves, relato. ¡Estoy harto!

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A las 00’01 abre sus puertas el día. El público impaciente espera fiel a que este, por fin, sea el de la estabilidad o el del descanso deseado. Fuera, los dueños del Mundo hacen piruetas para encajar sus piezas donde más duela. Los nuevos amos coquetean entre bastidores y dan los últimos retoques a la guillotina que decapitará ilusiones y esperanzas. Ellos, en cambio, se blindan los beneficios por venta de armas, tráfico de diamantes o fortunas incontroladas en Islas Caimán. Se enciende el día y el Mundo se agolpa adolorido entre recortes, impuestos, retrocesos de libertad y devaluación de la dignidad. El mercado global manda, pronto caerá la noche y con ella el silencio. Todo quedará dispuesto como en un cementerio. Muertos inútiles hasta la madrugada siguiente en que de nuevo los “valores” quedarán hipotecados al servicio de unos cuantos desconocidos que desde su paraíso dorado manejarán los hilos de un ejército dormido. Ni siquiera dormir, los dejarán dignamente.

Este jueves, relato. La fiebre del Loro.

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Dña. Josefina, peinaba canas. Ya no celebraría más aniversarios que empezaran por siete. Perdida ante la ventana en uno de esos ensimismamientos vitales recordaba el día en el que le regalaron a Pavarotti. Ella, austera dónde las haya, no almacenaba en su casa ni media docena de objetos inservibles, pero la llegada de aquel pájaro que vomitaba sin interrupción cientos de palabras inconexas le provocó un singular atractivo. Incorporar a aquel parlanchín a su entorno fue una tarea entretenida y estimulante. Hoy todavía no se explica aquel giro en el comportamiento de Pavarotti, su silencio repentino, su aislamiento en una esquina de la jaula y las continuas diarreas. Tomás el veterinario lo confirmó en un santiamén: -Es psitacosis, doña Josefina, debe deshacerse cuanto antes de este loro o su fiebre acabará con usted- Más cosas serias como estaen la jaula de Juan Carlos

Este jueves, relato. Que contento está.

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Él, suele emocionarse al menos varias veces al día.  Hoy sin ir  más lejos, lo ha hecho mientras desayunaba escuchando una canción que oía de niño con su padre, y más tarde, cuando divagando con el tirillas de su nieto le ha dicho zalamero: “Yayo, imagínate por un momento que en mi celebro…” le ha dejado de una pieza, no por el contenido lábil de la frase sino por la construcción de la misma. Todos los días, la vida, como en un torrente le regala unas cuantas de esas alegrías, vienen sin buscar y se posan como burbujas chispeantes en terreno abonado. Porque ella, la mujer de su vida con su dulce tintinear ha sembrado de cariño su existencia. En la distancia corta, su sonrisa es la de un oleaje malote, como aquel beso con sabor a simiente de ajonjolí, que quedó impregnado para siempre en sus labios. Hay algo más que le hace feliz, despierta su sensibilidad y le abre al reino de las emociones, y desconcertado por ello se pregunta: ¿Qué hay entre vos y yo? Él, cómo no

Love duet

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Anochece, el cielo está limpio y estrellado, Butterfly avanza lentamente hacia Pinkerton que descansa en un banco del jardín, se arrodilla a sus pies y le mira tiernamente casi suplicándole. Las cuerdas frasean entre sí abrazando las primeras insinuaciones amorosas de La Mariposa, revoloteando como ruiseñores desde el fondo del jardín “Amadme por favor aunque sea un poquito, como se ama a un niño, como a mí me corresponde, amadme por favor” Pinkerton toma con dulzura las manos de Butterfly  abrazándola tiernamente “Deja que bese tus queridas manos, ¡mi Butterfly!, Yo te he atrapado, Te abrazo apasionado. Eres mía, Si, para toda la vida” ...Se incorporan los vientos, que con una cadencia metódica y envolvente dibujan los fraseados amorosos de ambos “¡Es una noche serena! ¡Mira: todo duerme! ¡Ah, que noche tan dulce! Cuantas estrellas, ¡jamás las vi tan hermosas! La orquesta en pleno se insinúa una y otra vez en la construcción de la melodía que nos lleva lenta pero i

Este jueves, relato. Terrorismo en 100

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El atentado. Estaba ansioso por terminar pronto con aquella situación. Como en ocasiones anteriores, su sinrazón apareció abriéndose paso con deseos de venganza. Miró a su alrededor para asegurarse de que controlaba el momento, las distancias, los efectos. No podía permitirse el más mínimo error. La oscuridad era su aliada y con la luz que salió de su linterna iluminó el lugar que se vislumbraba como posible campo de acción. Su objetivo era claro, golpear de lleno para acabar y reconciliarse consigo mismo. Dobló el periódico con precisión geométrica,  y… ¡Zasssss! el mosquito quedó pegado a los titulares del día. Otros atentados en el Blog de Mª José

Este jueves, relato. Renunciar en 20 palabras.

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Dos de Veinte: El primero faltó en mi jueves pasado. El segundo es para hoy. Al marchar la ambulancia,   me colé en casa de Violeta.   Vi la botella,  pero ya era tarde… renuncié a abrirla. La amo, la padezco, la disfruto,  la sufro,  la necesito,  la odio y  la  comprendo… no quiero renunciar a ella. Más renuncias de estas cortitas en   casa de Gustavo

Este jueves, relato. Mensaje en una botella.

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Había nacido para ser botella. Las diferentes etiquetas que con  el tiempo  iban a ilustrar su superficie se superponían unas sobre otras como capas de cebolla. En origen contuvo un preciado gran reserva. Con el tiempo, y como puta por rastrojo fue portadora de los más variados graneles. Olía a vinagre el día que Violeta, desesperada, había perdido la fe en el Mundo que habitaba. Compartía anaquel en el interior de una alacena de la cocina con otras de tamaño y color similar, y el desconcierto e indiferencia de Violeta la eligieron al azar. Yo sé, que en la inconsciente elección de ésta,  influyeron sus etiquetas superpuestas, como si de un viejo y mundano baúl de Vuitton se tratara. En horizontal, descansando sobre la superficie mallada de roble del escritorio, esperaba llenar su panza con el más dramático de los mensajes. Sintió el ligero roce del papel enrollado y el definitivo empujón del corcho que le asfixiaría en su interior. Entre estampas de bodegas y re