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A propósito de Manero y el Lobo que lleva dentro.

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Manero, no es un lobo, sólo lo parece, de aspecto altanero y porte provocador. Es sólo un disfraz de fin de semana, de lunes a viernes es un cordero mas, apocado, sufridor y desapercibido, su identidad entonces se confunde con la mediocridad que le rodea y a la que pertenece, un eslabón mas en la cadena de montaje de cualquier fábrica de automóviles de Detroit. Pero casa sábado noche, al salir la luna, su transformación se evidencia, su pelo adquiere el brillo y volumen que lo eleva centímetros del suelo, sumados a los ya conseguidos con los tacones de sus blancos botines que hacen de él un Lobo de altura envidiable. Su mono de trabajo da paso a un inmaculado traje blanco con chaleco a juego del que asoman un cuello desabrochado y los anchos puños de su camisa de seda negra, indumentaria perfecta para que después de las primeras lobadas su territorio haya quedado perfectamente acotado. El firmamento de la calle, se ha llenado de estrellas fugaces, estrellas de fin de

Héroes de Cabecera. Fornasetti (XV)

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Era inevitable que más tarde o más temprano, Piero Fornasetti, encontrase un hueco en esta serie de “Héroes de Cabecera”. Tal vez el menos consagrado de todos y tal vez también, el menos héroe, pero sin embargo uno de los míos, más próximo, más de andar por casa, por decirlo de una forma coloquial. Sus diseños para cerámica los he proyectado en múltiples ocasiones, he tomado café en sus tazas, he comido en sus platos, alguna vez me he protegido de la lluvia con sus paraguas y sobre todo, la mayoría de mis corbatas las he comprado en su tienda de Milán. Piero Fornasetti, milanés de nacimiento, fue famoso por su singular e imaginativa pintura, su gran fantasía como diseñador de producto y su elegante y místico sentido del humor en la concepción de todos los detalles que configuran su extensa Obra. Ha diseñado una amplia variedad de productos, popularizando corbatas, fulares, chalecos, paraguas, etc. diversos artículos para el hogar como porcelanas, lámparas, mobiliario, etc.

Las reclamaciones, al Maestro Armero.

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Reflexiones en voz alta, del fotógrafo Paco Alberola Después de leer el texto de Eduardo Galeano , me pregunto... ¿Qué hago con mis fotos antiguas? ¿Las guardo, las tiro....? Con las miles de fotos por minuto que se hacen ahora... ¿Alguien tendrá tiempo de ver unos centenares más de hace 50, 40,30....años? Las 20 fotos que conservo de mis "viejos" (repartidas en el tiempo y concentradas en toda su entrañable emoción) ¿Cómo pueden medirse en el campo de batalla visual frente a miles de jotapegés , dispersos en nosecuántos eventos de varios ifotos repartidos por otros tantos terabytes ? Cuántas neuronas libres quedan al día para acudir a los foros, las redes sociales, los 3D que se avecinan, los Full HD, las tabletas (no de chocolate) digitales , con su Biblioteca de Alejandría engullida, las playstations, los móviles (que sin moverse lo hacen todo), los P2P, los Pay-per-view ......................? Al amigo Eduardo le diría que subiera un peldaño más y sen