Sábados Literarios de Mercedes. Testamento
Dijo que se llamaba Jacobo, pero que importa, cualquiera en sus circunstancias podría haber mentido. Su pobreza, si que era real. Mal vestía con harapos sucios que en su día fueron un traje a medida, su edad indefinida, era la de un viejo que peinaba canas en una casposa y enredada melena blanca. Jamás fue prudente y ahora el frío y la calle, amenazaban con negarle la vida una madrugada cualquiera. Absorto, escribía con lápiz corto en las partes no impresas de un diario de izquierdas: “Por si acaso y para que no hayan dudas ni disputas, dejo mis pertenencias a:” El carro de la compra que cogí prestado del “super” y que desde hace tiempo es a la vez mi armario y despensa se lo dejo a D. Juan Roig, dueño de Mercadona, (al rey, lo que es del rey). A Pilarín, la rubia de bote de la peluquería de enfrente, le dejo esta mata de rebelde pelo que una vez fue rubio de verdad, (ella ya sabrá como teñirlo) Estos 2’25 euros que guardo, son para el director del Banco Popular de aquí al lado. Que m