Entradas

...París

Imagen
Un pajarito , me ha contado que París en estas fechas está exultante, sus Calles y Avenidas presumen de Navidad con árboles teñidos de blanco algodón y luces del color de las rosas rojas. ...Me ha contado, que estos días, Paris huele a fría escarcha, a hierba húmeda y a dulces templados. ...Me ha contado, que en la madrugada, París se viste de paños románticos y lanas seductoras y también que la “Ciudad de la Luz” luce como nunca. ...Me ha contado, ese pajarito , que en Paris , cubierto de copos de nieve, empieza el sueño que dura trescientos sesenta y cinco días. ...Me ha contado, que desde la terraza acristalada del Restaurante Kong , la vista del Sena atravesando el Pont Neuf sigue siendo hermosa y subyugante. ...Me ha contado, que en las arcadas de las tiendas de la Galería Vivienne , brillan sus suntuosas cúpulas exhibiendo magnificas esculturas y reflejando su luz en los decorados pisos de mosaico. Este, es el pajarito que me ha puesto los dientes largos, trasladándome con

...Héroes de Cabecera (II) Jimi Hendrix

Imagen
La imagen ya es legendaria: Jimi Hendrix "sacrificaba" su guitarra en junio de 1967, en el Monterrey Pop Festival, le dió fuego con gas líquido y la hacía arder ante decenas de miles de fans destruyéndola contra el suelo y amplificadores en un éxtasis de feedbacks alucinantes. Con el humo elevándose al Cielo por encima de sus cabezas, las manos de Hendrix en una provocación manifiesta a las leyes de la física, arrodillado, hacía el Amor con su guitarra. Le ardía el Alma y las llamas le calentaban el cuerpo, las seis cuerdas rompían a llorar y explotaban inmortalizándose en un intento de unirse al ritual del sacrificio de lo mas valioso que tenía: su Fender Stratocaster . Su actuación estelar convirtió de golpe al músico de color en ídolo del movimiento hippie en Estados Unidos , estos en su mayoría blancos, lo consideraron la encarnación de la insurrección, la protesta y la crítica antibélica.  Jimi Hendrix , un zurdo de raza negra, pasó por la historia de

...Héroes de Cabecera (I) Eduardo Chillida

Imagen
En un extremo de la bahía donostiarra, a los pies del Monte Igeldo , instaló en 1977 Eduardo Chillida su obra preferida, el Peine del Viento , con tres espectaculares piezas de acero aferradas a las rocas y rodeadas del mar, ejemplo único de armonía entre arte y paisaje. "El mar tiene que entrar en San Sebastián ya peinado" , bromeaba al contemplar cómo el viento sur levanta, ondula y riza la cresta espumosa de las olas que rompen impetuosas contra las rocas. Junto al anfiteatro sobre el mar, a una altura inferior, discurre la calle que conduce hacia el final del Paseo y que va descubriendo al paseante, primero, la escultura de la derecha; después, la del horizonte, y finalmente, el conjunto, una vez alcanzada la plaza de los chorros, que encauzan físicamente la presión salvaje de la marea. Y es que, de otra forma, sin respiraderos posibles, el mar, que asomaba esporádicamente por las vetas, amenazaba con deshacer la plataforma. He visto niños y adultos jugando, acariciand